Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 150

27 28 CVR. BDI-P17. Notas de campo. Informante anónimo. CVR. BDI-P30. Grupo focal en Loqllapampa. Accomarca, Vilcashuamán, junio de 2002. Los «contrareestablecimientos» dispuestos por Guzmán consistieron en in- tentos de recuperar las «bases de apoyo» en las zonas cercanas donde se habían establecido bases militares. Esta decisión, como era previsible, intensificó la violencia y dejó a la población expuesta a arrasamientos practicados alternadamente por los actores armados. Curiosamente, para Guzmán esta particularidad era considerada como «aporte creador» al pensamiento militar revolucionario. Fue en esta época cuando en las provincias de Huanta y La Mar, al norte del departamento de Ayacucho, se produjo la misma cantidad de muertos que en todos los años restantes del ciclo de violencia en la región. A mediados de los años 80, cada vez más campesinos se vieron involucrados en la guerra con un alto costo social. Desde el comienzo, el PCP-SL había buscado acabar con la neutralidad de la población y los militares respondieron de igual modo; los campesinos ya no podían mantenerse al margen y sólo les quedó deci- dir por qué bando tomar partido. Sin embargo, las respuestas campesinas al endurecimiento de la guerra fueron diversas. Por un lado, la estrategia de «restablecimiento y contrarrestablecimiento» decidida por la dirección del PCP-SL provocó la fuga de decenas de miles de po- bladores que huyeron abandonando sus hogares y sus posesiones para salvar sus vidas. Quienes no tenían recursos ni contactos que les permitieran irse, quedaron convertidos en víctimas de las incursiones y los abusos del PCP-SL y de las Fuer- zas Armadas. El sentimiento de estar a merced de los acontecimientos, sometidos a la arbitrariedad de los actores armados, es expresivamente rememorado por los pobladores al hablar de este período: «Viday carajo valenñachu, quknin qamun wañuchin, quknin qamun payakun» («Mi vida no vale nada, carajo. Viene uno te mata. Viene el otro, te pega»). 27 Era una especie de pesadilla atroz de la cual, por desgracia, no era posible despertar: «¿Acaso éramos como gente? Allí estábamos como en nuestros sueños [...] Los de SL nos mataban, los militares nos mataban, quién ya pues nos miraría [todos recuerdan y lloran]». 28 Por otro lado, a partir de 1984 se formaron —por presión de los militares o por voluntad propia de los campesinos— las primeras rondas contrasubversivas en la provincia de Huamanga y en el valle del río Apurímac, que muy pronto ganaron protagonismo en la lucha contra el PCP-SL y lograron en cierta medida neutrali- zar a los subversivos. Éstos reconocen el «rol nefasto» que las rondas desempeña- ron para los intereses de la «guerra popular». Según el PCP-SL, las «mesnadas» expresaban el correlato de la estrategia de «restablecimientos» desarrollada por los militares, de «utilizar masas contra masas». A partir de la imagen del campesinado que tenía el PCP-SL, no cabía pensar que los campesinos pudieran actuar contra ellos por cuenta propia. Si acaso se levantaban, esto debía atribuirse únicamente a la influencia de los militares y de los «agentes del podrido orden feudal». 137 multiplicaron, eso nos ha llevado posteriormente ya a desarrollar las bases, eso es en lo que estamos hoy. (Guzmán 1988)