Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 129
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Los niños que tenían entre ocho y diez años eran designados «niños pioneros».
Ellos ayudaban a sus madres acarreando agua, alimentos y leña al campamento.
Paralelamente a estos deberes, debían asistir a las escuelas populares. Uno de los
mandos les enseñaba canciones sobre el conflicto armado interno, así como a
dibujar la hoz y el martillo como símbolo de la revolución y estrategias para escapar
en caso de producirse una incursión militar. Toda la clase se impartía en forma oral
y utilizando gráficos, ya que la mayoría de estos niños no sabían ni leer ni escribir:
Sí, estaba con los niños y niñas pioneros. Nos enseñaban canciones y nos decían
constantemente que íbamos a llegar al poder y que, si escapábamos, los militares
nos iban a matar. 18
No nos enseñaban a leer o a escribir, todo era verbalmente. Sólo ellos [los mandos
subversivos] tenían un cuaderno para poder dibujar: graficaban cómo debíamos de
escapar de los militares, cómo esquivar las balas y todo eso. 19
Desde pequeños los formaban en una ideología de enfrentamiento con las fuer-
zas del orden. El PCP-SL se convertía para ellos en una especie de manto protec-
tor. Al cumplir los doce años, los niños y niñas eran separados de sus padres y
llevados a la «fuerza local», donde eran entrenados para convertirse en militantes
de la «fuerza principal». Solamente los más listos y fuertes eran reclutados y pre-
parados para soportar las duras condiciones de vida que iban a enfrentar como
parte de la «fuerza principal». Este grupo estaba compuesto de jóvenes, adoles-
centes y, en muchos casos, de niños de 12 años, tanto varones como mujeres. Ca-
minaban por los montes con un mando político y uno militar, y pernoctaban en los
campamentos, donde eran atendidos por la «masa». Dormían aparte de la «masa»,
varones y mujeres juntos, intercalados por sexo. A esta forma de dormir le llama-
ban acuchillarse: «Debíamos dormir pegados, nos intercalaban hombre, mujer,
hombre, mujer y, entonces, a eso le llamaban ellos “acuchillarse”». 20
Cuando las mujeres quedaban embarazadas, no recibían ningún trato espe-
cial. Sólo cuando estaban a punto de dar a luz eran separadas y llevadas a una
cueva para que los niños nacieran. Luego, regresaban a la «masa». En el caso de
que se tratara de una mujer de la «fuerza local», durante su embarazo pasaba a la
«masa»; luego regresaba a la «fuerza local»: «Muchas veces, a causa de la desnu-
trición, nosotras las mujeres en los montes dábamos a luz en las cavernas, a niños
retrasados o no sobrevivían». 21
La violencia recrudecía y la comunicación entre las tres fuerzas del PCP-SL se
deterioró, especialmente entre la «fuerza principal» y la «fuerza local». Mientras
pasaba el tiempo, las supervisiones de la «fuerza principal» se iban haciendo cada
vez más esporádicas, lo cual permitía que tanto la «fuerza local» como los mandos
de la «masa» fuesen adquiriendo mayor autonomía y poder. Los entrevistados
señalan que la mayor parte de los abusos provenían de la «fuerza local», abusos
contra sus propios paisanos a los que castigaban y, en muchos casos, ejecutaban
con armamentos rústicos, granadas o carabinas. Muchas veces también las renci-
llas personales y familiares se convertían en los móviles de las ejecuciones a nom-
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CVR. BDI-I-P667. Entrevista en profundidad. Oronqoy, Chungui. Varón de 38 años.
CVR. BDI-I-P606. Entrevista en profundidad. Chungui, Chungui. Varón de 30 años.
CVR. BDI-I-P665. Entrevista en profundidad. Oronqoy, Chungui. Varón de 33 años.
CVR. BDI-I-P643. Grupo focal con mujeres. Oronqoy, Chungui. Mujer de 60 años.