HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 88
compró mi sapo.
Al otro lado de Harry, Percy Weasley y Hermione estaban hablando de las
clases. («Espero que empiecen en seguida, hay mucho que aprender; yo estoy
particularmente interesada en Transformaciones, ya sabes, convertir algo en
otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil. Hay que empezar con
cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)
Harry, que comenzaba a sentirse reconfortado y somnoliento, miró otra vez
hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de su copa. La profesora
McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El profesor Quirrell, con su
absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz
ganchuda y piel cetrina.
Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de nariz ganchuda miró por
encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry... y un dolor
agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.
—¡Ay! —Harry se llevó una mano a la cabeza.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
El dolor desapareció tan súbitamente como había aparecido. Era difícil
olvidar la sensación que tuvo Harry cuando el profesor lo miró, una sensación
que no le gustó en absoluto.
—¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell? —preguntó a
Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan
nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta...
Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo
sobre las Artes Oscuras.
Harry vigiló a Snape durante un rato, pero el profesor no volvió a mirarlo.
Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore
se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y
bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año.
»Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del
castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros
antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos
Weasley.
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis
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