HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 87
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara
como la había planeado.
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. Teda su cabeza
se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra.
Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no lo había
hecho bien. Pareció complacido ante las caras de asombro y volvió a ponerse
la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este
año nos ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha
estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces segui-
das! El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de
Slytherin.
Harry miró hacia la mesa de Slytherin y vio un fantasma horrible sentado
allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas
de sangre plateada. Estaba justo al lado de Malfoy que, como Harry vio con
mucho gusto, no parecía muy contento con su presencia.
—¿Cómo es que está todo lleno de sangre? —preguntó Seamus con gran
interés.
—Nunca se lo he preguntado —dijo con delicadeza Nick Casi Decapitado.
Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida
desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento
más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que
uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos
de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea,
arroz con leche...
Mientras Harry se servía una tarta, la conversación se centró en las
familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—. Mi padre es muggle. Mamá no le
dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo
desagradable para él.
Los demás rieron.
—¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —dijo Neville—, pero la
familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie
trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de
mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de
Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie
había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una
ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y
él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la
calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba.
Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan
mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que me
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