HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 21
un autobús. Un hombre calvo, con un abrigo largo, color púrpura, le había
estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decir una palabra. Lo más
raro de toda aquella gente era la forma en que parecían desaparecer en el
momento en que Harry trataba de acercarse.
En el colegio, Harry no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Dudley
odiaba a aquel extraño Harry Potter, con su ropa vieja y holgada y sus gafas
rotas, y a nadie le gustaba estar en contra de la banda de Dudley.
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Las cartas de nadie
La fuga de la boa constrictor le acarreó a Harry el castigo más largo de su vida.
Cuando le dieron permiso para salir de su alacena ya habían comenzado las
vacaciones de verano y Dudley había roto su nueva filmadora, conseguido que
su avión con control remoto se estrellara y, en la primera salida que hizo con su
bicicleta de carreras, había atropellado a la anciana señora Figg cuando
cruzaba Privet Drive con sus muletas.
Harry se alegraba de que el colegio hubiera terminado, pero no había
forma de escapar de la banda de Dudley, que visitaba la casa cada día. Piers,
Dennis, Malcolm y Gordon eran todos grandes y estúpidos, pero como Dudley
era el más grande y el más estúpido de todos, era el jefe. Los demás se sen-
tían muy felices de practicar el deporte favorito de Dudley: cazar a Harry
Por esa razón, Harry pasaba tanto tiempo como le resultara posible fuera
de la casa, dando vueltas por ahí y pensando en el fin de las vacaciones,
cuando podría existir un pequeño rayo de esperanza: en septiembre estudiaría
secundaria y, por primera vez en su vida, no iría a la misma clase que su primo.
Dudley tenía una plaza en el antiguo colegio de tío Vernon, Smelting. Piers
Polkiss también iría allí. Harry en cambio, iría a la escuela secundaria
Stonewall, de la zona. Dudley encontraba eso muy divertido.
—Allí, en Stonewall, meten las cabezas de la gente en el inodoro el primer
día —dijo a Harry—. ¿Quieres venir arriba y ensayar?
—No, gracias —respondió Harry—. Los pobres inodoros nunca han tenido
que soportar nada tan horrible como tu cabeza y pueden marearse. —Luego
salió corriendo antes de que Dudley pudiera entender lo que le había dicho.
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