HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 22
Un día del mes de julio, tía Petunia llevó a Dudley a Londres para
comprarle su uniforme de Smelting, dejando a Harry en casa de la señora Figg.
Aquello no resultó tan terrible como de costumbre. La señora Figg se había
fracturado la pierna al tropezar con un gato y ya no parecía tan encariñada con
ellos como antes. Dejó que Harry viera la televisión y le dio un pedazo de
pastel de chocolate que, por el sabor, parecía que había estado guardado
desde hacía años.
Aquella tarde, Dudley desfiló por el salón, ante la familia, con su uniforme
nuevo. Los muchachos de Smelting llevaban frac rojo oscuro, pantalones de
color naranja y sombrero de paja, rígido y plano. También llevaban bastones
con nudos, que utilizaban para pelearse cuando los profesores no los veían.
Debían de pensar que aquél era un buen entrenamiento para la vida futura.
Mientras miraba a Dudley con sus nuevos pantalones, tío Vernon dijo con
voz ronca que aquél era el momento de mayor orgullo de su vida. Tía Petunia
estalló en lágrimas y dijo que no podía creer que aquél fuera su pequeño
Dudley, tan apuesto y crecido. Harry no se atrevía a hablar. Creyó que se le
iban a romper las costillas del esfuerzo que hacía por no reírse.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue a tomar el desayuno, un olor
horrible inundaba toda la cocina. Parecía proceder de un gran cubo de metal
que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo estaba lleno de lo que
parecían trapos sucios flotando en agua gris.
—¿Qué es eso? —preguntó a tía Petunia. La mujer frunció los labios,
como hacía siempre que Harry se atrevía a preguntar algo.
—Tu nuevo uniforme del colegio —dijo.
Harry volvió a mirar en el recipiente.
—Oh —comentó—. No sabía que tenía que estar mojado.
—No seas estúpido —dijo con ira tía Petunia—. Estoy tiñendo de gris
algunas cosas viejas de Dudley. Cuando termine, quedará igual que los de los
demás.
Harry tenía serias dudas de que fuera así, pero pensó que era mejor no
discutir. Se sentó a la mesa y trató de no imaginarse el aspecto que tendría en
su primer día de la escuela secundaria Stonewall. Seguramente parecería que
llevaba puestos pedazos de piel de un elefante viejo.
Dudley y tío Vernon entraron, los dos frunciendo la nariz a causa del olor
del nuevo uniforme de Harry. Tío Vernon abrió, como siempre, su periódico y
Dudley golpeó la mesa con su bastón del colegio, que llevaba a todas partes.
Todos oyeron el ruido en el buzón y las cartas que caían sobre el felpudo.
—Trae la correspondencia, Dudley —dijo tío Vernon, detrás de su
periódico.
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