HARRY POTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL Harry_Potter_y_la_Piedra_Filosofal_01 | Page 20
hacia las salidas.
Mientras la serpiente se deslizaba ante él, Harry habría podido jurar que
una voz baja y sibilante decía:
—Brasil, allá voy... Gracias, amigo.
El encargado de los reptiles se encontraba totalmente conmocionado.
—Pero... ¿y el vidrio? —repetía—. ¿Adónde ha ido el vidrio?
El director del zoológico en persona preparó una taza de té fuerte y dulce
para tía Petunia, mientras se disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no
dejaban de quejarse. Por lo que Harry había visto, la serpiente no había hecho
más que darles un golpe juguetón en los pies, pero cuando volvieron al asiento
trasero del coche de tío Vernon, Dudley les contó que casi lo había mordido en
la pierna, mientras Piers juraba que había intentado estrangularlo. Pero lo peor,
para Harry al menos, fue cuando Piers se calmó y pudo decir:
—Harry le estaba hablando. ¿Verdad, Harry?
Tío Vernon esperó hasta que Piers se hubo marchado, antes de
enfrentarse con Harry. Estaba tan enfadado que casi no podía hablar.
—Ve... alacena... quédate... no hay comida —pudo decir, antes de
desplomarse en una silla. Tía Petunia tuvo que servirle una copa de brandy.
Mucho más tarde, Harry estaba acostado en su alacena oscura, deseando
tener un reloj. No sabía qué hora era y no podía estar seguro de que los
Dursley estuvieran dormidos. Hasta que lo estuvieran, no podía arriesgarse a ir
a la cocina a buscar algo de comer.
Había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta
donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían
muerto en un accidente de coche. No podía recordar haber estado en el coche
cuando sus padres murieron. Algunas veces, cuando forzaba su memoria
durante las largas horas en su alacena, tenía una extraña visión, un relámpago
cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente.
Aquello debía de ser el choque, suponía, aunque no podía imaginar de dónde
procedía la luz verde. Y no podía recordar nada de sus padres. Sus tíos nunca
hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco
había fotos de ellos en la casa.
Cuando era más pequeño, Harry soñaba una y otra vez que algún pariente
desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió: los
Dursley eran su única familia. Pero a veces pensaba (tal vez era más bien que
lo deseaba) que había personas desconocidas que se comportaban como si lo
conocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un hombrecito con un sombrero
violeta lo había saludado, cuando estaba de compras con tía Petunia y Dudley
Después de preguntarle con ira si conocía al hombre, tía Petunia se los había
llevado de la tienda, sin comprar nada. Una mujer anciana con aspecto
estrafalario, toda vestida de verde, también lo había saludado alegremente en
20