habitissimo | página 112
Los Platos de Pan
Los productos de Bárbara Pan de Soraluce no se encuentran
en ninguna tienda física. Tampoco se pueden comprar a tra-
vés de ninguna página web. No se promocionan ni se lan-
zan colecciones. Su único escaparate al mundo es el perfil
de Instagram donde, en este momento, cuentan ya con casi
68.000 seguidores. El secreto está en un nombre pegadizo
y original, resultado de un juego de palabras entre el apellido
de la creadora y esos minúsculos platos donde habitualmen-
te se colocan las piezas de pan. También hay que tener en
cuenta el gusto creciente por disfrutar de vajillas especiales,
artísticas, únicas. “Antes eso era algo rancio, carca, de abue-
las. Pero la cosa está cambiando. A la gente joven le gusta
usar vajillas bonitas, y las abuelas ya no son las únicas que las
tienen en casa”, reconoce Bárbara mientras continúa dibu-
jando con su plumilla el trazo de una flor en el centro de una
de sus creaciones.
Más allá de lo funcional –un plato es un plato, y sirve para
lo que sirven los platos–, a nadie se le escapa que hay mesas
en las que da gusto comer. Y la vajilla es una parte funda-
mental del conjunto. Y no tiene por qué ser necesariamente
una costosa pieza de museo ni tampoco la típica porcelana
que se utiliza una vez al año y se pasa los 364 restantes acu-
mulando polvo, expuesta en un rincón de una alacena. ¿Qué
sentido tiene guardar unos platos maravillosos para usarlos
unas pocas veces a lo largo de la vida? “Eso lo odio”, admite
Bárbara. “Mis vajillas son para usar todos los días. Me niego a
que sean de un solo uso al año. Yo creo que parte del éxito de
esta historia, y de casi todas las vajillas de hoy en día, es que
el comer en casa es un bien tan poco habitual –porque los
trabajos están lejos, porque es difícil reunir a toda la familia
todos los días, porque estás a régimen o porque te da pereza
cocinar–, que es un lujo que haya un día que puedas poner
bien la mesa, currarte el plato, el mantel a juego y la cristale-
ría. Si la porcelana es un lujo, lo mejor es disfrutarla siempre
que sea posible, y cuantas más veces mejor”.
Hacer un encargo a Los Platos de Pan se convierte, casi,
en una experiencia personal. Una especie de travesía que nos
devuelve a las transacciones comerciales de otras épocas,
aunque utilizando los instrumentos de comunicación más
modernos. Y, a veces, hay que tener un poco de paciencia.
Lo más habitual, en primer lugar, es que el cliente interesado
escriba un correo electrónico o un mensaje privado en el per-
fil de Instagram. Después la hija de Bárbara explica cómo fun-
ciona la empresa a los potenciales compradores. Por último,