habitissimo | página 111
Ella no tenía ninguna intención de dedicarse, en plan profe-
sional, al mundo de la cerámica artística. Era feliz regalando
algunas de sus creaciones a sus amigos, o llevándolas como
detalle a los anfitriones durante una fiesta, una visita o un
evento concreto. Pero todo eso cambió cuando una de sus
hijas, que también se llama Bárbara, le propuso exponer ese
trabajo a través de Instagram, la red social que permite com-
partir imágenes con otros usuarios y con otras plataformas.
“El papel de mi hija fue esencial. Ella es muy perfeccionista,
una maestra en las redes sociales, y pensaba que esto podía
tener éxito. Me convenció para crear una empresa, y trabajar
a partir de los 53 años fue un subidón doble. Fue como un re-
galo”, asegura Bárbara Pan de Soraluce, una apasionada del
cine, la decoración y la pintura, que estudió Bellas Artes en
Dublín y que se introdujo en el mundo de la porcelana en el
taller de Carmen Muñoz. Y eso que ella misma admite que el
primer día que fue a clase no le gustó nada. “Carmen y su hija
Gabriela son las mejores en este campo, según mi opinión.
Pintan con una técnica muy depurada, sofisticada y precisa.
Tuve la suerte de que me dejaran ser libre. Me dieron una plu-
milla y me dejaron encontrar mi estilo. Y eso ha hecho que
mis vajillas sean distintas”.
A Bárbara le gusta pintar insectos, aunque no sabe muy
bien por qué. Le encanta plasmar hormigas, saltamontes y
mariposas en sus platos. También flores. Casi siempre suele
inspirarse en motivos clásicos, en láminas antiguas de botá-
nica y grabados color sepia. Aunque, todo hay que decirlo,
no es una persona clásica en absoluto. Tampoco su casa,
situada a poca distancia de Nuevos Ministerios (Madrid), de-
corada por ella misma; ni el jardín, en el que la vivienda se
integra a la perfección; ni su taller, situado en el altillo del
inmueble. Ambas cosas, los insectos y las flores, aparecen
de vez en cuando, y sutilmente, introduciendo delicadas no-
tas de originalidad en cualquier rincón: unas hormigas de
hierro junto a las plantas en la escalera exterior del jardín,
un insectario sobre el aparador del estudio, o una colorida
nube de mariposas cubriendo parte de la pared y el techo
de la buhardilla.