Génesis | Page 35

Sexto grado azul y rojo

La muñeca de tela

No tenía otra manera de ganarme la vida. Mis papás me pagaban la facultad y yo, la renta de mi pequeño departamento. Era el único empleo fácil y que pagaba bien. En la universidad me llamaban el “repartipizza” para molestarme. Después de esa entrega no fui más repartidor.

Era una noche de viernes, muy oscura. La casa quedaba en el bosque, lo cual me parecía raro. Era una casa solitaria, sin camino de entrada ni luces afuera. Tenía varios esqueletos colgando que parecía que significaba “KEEP OUT”. Igualmente, yo me había propuesto entrar, dejar la pizza, que me paguen e irme rápidamente. Era mi última entrega de la noche.

Entré. Si ya el lugar me había dado miedo por fuera, el que sentí adentro fue incomparable. Todo roto, oscuro y una atmósfera que parecía tóxica. En ese momento, la único que escuchaba era mi respiración cuando, de repente, empezó a sonar una música de cuna. Caminé hasta el comedor, dejé la pizza y esperé para que fueran a pagarme. Empezó a rechinar algo, hasta que me di cuenta de que era una silla mecedora con una persona muerta y una muñeca de tela. Se oía una risita de fondo… ¡La muñeca empezó a moverse muy rápido por todos lados!

Empecé a respirar fuerte y a transpirar. De golpe, aparecí yo mismo. Era una mentira, un reflejo que empezó a golpearme. Traté de esquivarlo, pero no pude. Lo golpeé y desapareció, fue como un “¡PUFF!”. Salí de la casa y no me importó nada, corrí y corrí. Escuchaba los pasos de la muñeca. Ella y yo seguíamos avanzando: en pocos segundos, inevitablemente nos cruzaríamos. No me atrevía a mirarla de nuevo, pero sentía sus pasos cada vez más cerca. Bajé la cabeza tratando de concentrarme en mis propios pasos -uno, dos, tres, cuatro- que se fundieron con los de ella en el preciso instante en que pasó a mi lado. Entonces giré la cabeza y miré hacia atrás: delante de mí se extendía un paredón interminable y una larga calle desierta.

Al retomar la marcha, solo se escuchaba el eco de mis propios pasos en la noche.

Manuel Pérez, 6° rojo

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