Viernes: EL EJEMPLO DE ISAAC
Lee para el estudio de este día: Génesis 24; MJ pág. 327
“No tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito;
sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac” (Gen. 24:3-4).
Para Abrahán elegir esposa para su hijo era asunto de suma importancia y anhelaba que se casara con
quien no le apartase de Dios… Abrahán había notado los resultados que desde los días de Caín hasta su
propio tiempo dieran los casamientos entre los que temían a Dios y los que no le temían. Tenía ante los
ojos las consecuencias de su propio matrimonio con Agar y las de los lazos matrimoniales de Ismael y de
Lot. La falta de fe de Abrahán y de Sara había dado lugar al nacimiento de Ismael, mezcla de la simiente
justa con la impía. La influencia del padre sobre su hijo era contrarrestada por la de los idólatras parientes
de su madre, y por la unión de Ismael con mujeres paganas… La esposa de Lot era una mujer egoísta e
irreligiosa, que ejerció su influencia para separar a su marido de Abrahán. Si no hubiera sido por ella, Lot
no habría quedado en Sodoma, privado de los consejos del sabio y piadoso patriarca.
En los tiempos antiguos, los compromisos matrimoniales eran hechos generalmente por los
padres; y ésta era la costumbre también entre los que adoraban a Dios. No se exigía a nadie que
se casara con una persona a quien no pudiese amar; pero al brindar sus afectos, los hijos eran
guiados por el juicio de sus padres piadosos y experimentados. Obrar de otro modo era como
deshonrar a los padres, y hasta cometer delito. Isaac, confiando en la sabiduría y el cariño de su
padre, se conformaba con dejarle a él la solución del asunto creyendo que Dios le guiaría en la
elección. Reflexiona, ¿Crees que en la actualidad aun sea valido que tus padres elijan esposa
para ti? ¿Por qué?
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Isaac había sido educado en el temor de Dios para vivir una vida de obediencia. Cuando
llegó a los cuarenta años aceptó que el experimentado y piadoso siervo de su padre
eligiera esposa en su lugar. Creía que Dios dirigiría las cosas con respecto a su mujer. El
caso de Isaac está registrado como ejemplo a seguir por los hijos de las generaciones
posteriores, especialmente de los que profesan temer a Dios. La conducta seguida por
Abrahán en la educación de Isaac, que lo indujo a vivir una existencia de noble obediencia,
está registrada también en beneficio de los padres y debiera inducirlos a ordenar su casa
después de sí.
Nadie que tema a Dios puede unirse sin peligro con quien no le teme. "¿Andarán dos juntos, si no
estuvieren de acuerdo?" (Amós 3:3.) La felicidad y la prosperidad del matrimonio dependen de la
unidad que haya entre los esposos; pero entre el creyente y el incrédulo hay una diferencia radical
de gustos, inclinaciones y propósitos. Sirven a dos señores, entre los cuales la concordia es
imposible. Por puros y rectos que sean los principios de una persona, la influencia de un cónyuge
incrédulo tenderá a apartarla de Dios, el noviazgo y el matrimonio de cristianos con infieles
está prohibido en la Sagrada Escritura. El mandamiento del Señor dice: "No os juntéis en yugo
con los infieles", “Apartaos, no toquéis lo inmundo y yo os recibiré por Padre” (2 Cor. 6:14-18.).
¡Qué contraste entre la conducta de Isaac y la de la juventud de nuestro tiempo, aun entre los que
se dicen cristianos! Los jóvenes creen con demasiada frecuencia que el matrimonio es un asunto
en el cual tienen que consultarse únicamente a sí mismos, un asunto en el cual no deben
intervenir ni Dios ni los padres. Mucho antes de llegar a la edad madura, se creen competentes
para hacer su propia elección sin la ayuda de sus padres. Suelen bastarles unos años de
matrimonio para convencerlos de su error; pero muchas veces es demasiado tarde para evitar las
consecuencias perniciosas. La falta de sabiduría y dominio propio que los indujo a hacer una
elección apresurada agrava el mal hasta que el matrimonio llega a ser un amargo yugo. Así han
arruinado muchos su felicidad en esta vida y su esperanza de una vida venidera. Si hay un asunto
que debe ser considerado cuidadosamente, y en el cual se debe buscar el consejo de personas
experimentadas y de edad, es el matrimonio; si alguna vez se necesita la Biblia como consejera, si
alguna vez se debe buscar en oración la dirección divina, es antes de dar un paso que ha de
vincular a dos personas para toda la vida.
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