Respetarse implica poner límites a la amenaza para evitar que te invadan. Lo
primero es aprender a DECIR NO: “No me gusta cuando intentas aprovecharte de
mí, cuando me faltas al respeto. No tolero que nadie me maltrate verbal o
emocionalmente”. Cuando no te respetas a ti mismo, sientes lástima por ti, piensas
que no eres lo bastante bueno o capaz, así nadie te respetará. No es egoísmo, es
amor por ti.
Acéptate
Se trata sencillamente de aceptarte como eres. Eres lo que eres, no hay más.
¿Para qué fingir lo que no eres si siempre vas a fracasar por ese camino? El
rechazo de uno mismo es el principal problema, porque buscamos esa imagen de
perfección que no existe y mientras no la logremos, no nos aceptaremos. El nivel
de rechazo con uno mismo depende de la dureza y exigencia con la que te
trataron los adultos de referencia durante tu infancia. Aunque alguien te rechace
no tienes porqué rechazarte tú. Si una persona no te aprecia, otra lo hará.
Concéntrate en la relación contigo mismo, a solas. Acepta tu cuerpo como sea,
porque así es perfecto. Permítele ser libre para dar, para recibir. Tienes todo lo que
necesitas. Mientras tú seas consciente de tu propia belleza y la aceptes, las
opiniones de los demás no te afectarán en absoluto.
Sé integro
Que equivale a ser justo contigo, rechazando todo lo que sea falso, mentiroso
o hipócrita, todo lo que te aleje de la verdad. Trata de percibir la realidad tal y
como es, no como te gustaría que fuera. Ser íntegro implica saber activarte y
volverte reactivo ante aquello que se oponga a tu sistema de valores y principios.
Equivale a ser vitalista, negando cualquier cosa no favorezca la vida, la salud. Es
no tragarse abusos, ni traiciones o agresiones. Es darse cada uno su lugar.
Reconócete
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