Pero si la veía, la besaría ¡Que carajos! Ay que arriesgar, ya no quería mitades, ni casis, ya quería completo y todo, no importaría el después, el bofetón o el empujón o quizá las huellas y las mordidas. Sumergirme en sus labios sería un gran final, asfixiarme de su saliva estancada en mi tráquea. ¡Oh men!
Te busque todo el camino, entre los perros y los gatos, en las copas de los árboles que se embriagan con el viento y entonces se tambaleaban de aquí allá, también te busqué en las hojas secas que gritaban cuando el viento las torturaba o cuando algún desalmado las pisaba, entonces también lloraban, te busqué en las latas vacías de cerveza que se aparcaban en las calles enfermas, en los andenes fríos, viejos, sucios, maltratados, desgastados, desolados, moribundos, vueltos mierda, te busqué en el aliento de las calles, en el humo sucio y sádico de los busecitos que se mezclaban con el humo de los cigarrillos baratos y también se esfumaba viento arriba, te busqué en los fondos de los charcos, charcos sin sirenas ni piratas, con mi mirada triste te busqué en la avenida.
El reloj era un hipódromo, el segundero, el minutero y el otro y yo no apostaba por ninguno.
ilustración. Lina Grisales