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Alicia Gurdían-Fernández
Deben ser capaces de aprendizaje pasivo, o sea de
absorber sin juicios previos y concentrando su esfuerzo
en cada cosa relevante que emerja relacionada con el
tópico de interés.
Las y los sujetos actuantes deben aceptar la intrusión y
compartir su mundo con la investigadora o el
investigador, y, muy especialmente, estar anuentes a
dedicarle el tiempo necesario al proceso investigativo.
Es importante que tomemos en consideración que la
comprensión es un proceso penoso de maduración, requiere
examinar y familiarizarse con la información en su totalidad. Así
como con trozos de ella que, aparentemente no se relacionan,
hasta identificar algo que se estructura: patrones, categorías, o
modelos predictibles y fluidos.
Lo esbozado anteriormente nos lleva a la etapa
complementaria de la comprensión: la síntesis. En esta etapa
recurrimos a nuestra habilidad, como investigadoras o
investigadores, para establecer tejidos de relaciones a partir de
varios relatos o respuestas individuales o de grupo. La síntesis
inicia cuando obtenemos una visión global-holística del tema de
estudio. Sintetizamos varios relatos, experiencias o casos, para
describir un modelo típico de respuestas. Esto con el propósito
de determinar los nudos-nodos o factores críticos significativos
para explicar la variación de los datos. Este es un proceso activo
de aprendizaje que llega a transformarse en arte.
La comprensión y la síntesis de los datos nos convocan
a un tercer paso, igual de importante en la investigación
cualitativa: la teorización, pues la teoría se desarrolla a partir de
la comprehensión y síntesis de los datos, y no como una
estructura previa a partir del cual éstos son clasificados.
La teoría se obtiene mediante un proceso dinámico,
continuo y riguroso. Esto es dialéctico al ver los datos como las
piezas de un rompecabezas que debemos armar para darle
sentido.