LECTURAS COMPLEMENTARIAS
De otro lado, la persistencia y la importancia de los curanderos y las tradiciones
médicas caseras en el manejo del síndrome nervioso, además de los otros síndromes
que conforman las enfermedades socioculturales, no significan que la población y los
mismos agentes informales de salud (curanderos) tengan una exclusiva fidelidad a un
modelo interpretativo "cerrado", gnóstico, espiritista, indígena, etc., así como a
determinados recursos terapéuticos. Precisamente lo que hemos insistido en este
artículo en varios momentos, el collage, la mezcla de fragmentos incluye la incorporación
de elementos del discurso médico "científico", especialmente en su vertiente
psiquiátrica, ya sea por los curanderos o la propia población.
Esto forma parte del juego de los actores cuando combinan distintas estrategias
médicas, de ahí la versatilidad a la que apunta Duarte (1986: P. 271) en sus observaciones
sobre los múltiples recursos terapéuticos en los sectores populares urbanos alrededor
de esta clase de síndromes: "la riqueza y ubicuidad de las perturbaciones físico-morales
tienen así una contrapartida necesaria en la diversidad y flexibilidad de la definición y
práctica de sus "terapéuticas". Diversidad que significan una serie de recursos o
procesos de distinto orden: física o moral, médica o religiosa, mágica o ética ......
Según Duarte (1986: P. 271), "...es medio inevitable decir que los recursos terapéuticos
pueden ser de tipo ‘tradicional-popular’, de tipo ‘religioso’y de tipo’médico-psiquiátrico’
... todo lo que se vio hasta aquí respecto a la historia de los saberes físico-morales
hace cuestionar y relativizar la oposición entre lo’tradicional-popular’y lo ‘médicopsiquiátrico..."
Esto constituye un ejemplo del bricolage de lo moderno con lo antimoderno en el
mismo discurso que configura la representación social en los sectores populares,
pero en una situación de gran ambigüedad, porque al tiempo que el saber tradicional
es supuestamente juzgado como supersticioso, como anticuado, en contraposición al
saber erudito y a los progresos de la ciencia, la misma población reafirma a todo
momento la eficacia práctica del conocimiento y terapéutica "tradicional-popular"
(Duarte, 1986: P. 271). Se trata así de un "montaje" de fragmentos discursivos con una
buena dosis de ambigüedades, a su vez muy necesaria para acomodarse a las distintas
circunstancias de los eventos cotidianos.
De otro lado, si es cierto que el universo simbólico de la población en unas comunidades
urbanas del distrito de Aguablanca, al soportar un conjunto de representaciones
alrededor de las enfermedades o "trastornos" nerviosos, encuentra que a través de las
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