LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Las modalidades de trabajo precarias, seguramente sin marco de seguridad social, de
bajos salarios y condiciones físicas extenuantes bajo fuerte control del patrono, en su
mayor parte en pequeñas empresas y microempresas, cuando se trata de un trabajo
asalariado en actividades del sector informal, de aquellas que en el distrito de Aguablanca
tienen empleos asalariados, según parece ser el del testimonio, generan también un
cierto ambiente de violencia que hace muy poco grato el trabajo, con el consiguiente
deterioro anímico y orgánico del trabajador. Esta situación se manifiesta corporalmente
en el testimonio a través de las expresiones "shock nervioso" con pérdida del sentido,
sentirse "sin energías... agotado", trabajar "de mal genio".
Una propuesta de interpretación
A partir de la metáfora (Sontang, 1979) de las enfermedades nerviosas o del sistema
nervioso, en cuanto síndrome vivido por la población de los sectores populares en el
distrito de Aguablanca, procedente de diversas etnias y tradiciones socioculturales y
cruzada por múltiples formas de religiosidades populares, se codifican diversos eventos
de lo cotidiano en la vida de estas familias.
Esta metáfora, de la cual forman parte también las enfermedades socioculturales, no
puede asumirse como un discurso consciente y coherente que se contrapone al
discurso médico "científico". Por el contrario, se trata de una metáfora que al modo de
discurso está en permanente reconstrucción y renovación a partir de distintos
fragmentos discontinuos, en donde participan tradiciones gnósticas, espiritistas,
indígenas, negras, católicas, protestantes fundamentalistas, y también elementos del
discurso médico "científico".
En realidad, es un tipo de representación colectiva que configura una especie de collage
abigarrado de elementos sintomáticos sobre los cuerpos de las personas y sus familias,
que marcan la presencia de estados morbosos bajo la designación de estar enfermo
de los nervios, o de estar atacado por maleficio o brujería, o tener susto o mal aire.
También sufrir de envidia.
Desde una perspectiva fenomenológica de la salud y la enfermedad, en la dirección
contemporánea de Kleinman (1986 y 1988) y Pandolfi (1990), la vivencia de la enfermedad
como sufrimiento, a nivel de la subjetividad, es el resultado a la vez de una dinámica
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