LECTURAS COMPLEMENTARIAS
"Nosotros teníamos problemas con dos vecinos de la cuadra, ellos nos
hicieron maleficio para hacernos ir y hacernos pelear. Por maldad y por
envidia que nos tenían. Empezamos a tener problemas económicos, nos
peleábamos mucho. La mata de sábila que tenía a la entrada de la casa
se dañaba y se caía. Un día yo alcancé a ver un bultico en la puerta de
mi casa, lo saqué y encontré un paquetito con tres medallas de San
Benito y San Alejo amarradas a un cartón. Yo fui a un curandero llamado
Manuel, le llevé las medallas, él les hizo un conjuro y nos mandó poner
a una sábila tres cintas, una blanca, una roja y una verde que nos rezó.
También nos mandó poner una tijera en una herradura. Nos mandó a
hacer un riego con seis limones partidos en cruz, azúcar y específico en
un balde de agua. Esto nos sirvió bastante, se arregló la situación, los
vecinos enemigos vendieron y se fueron de la cuadra, porque el que
hace el mal se le devuelve a sí mismo...".
Eucaris Cifuentes, mestiza, 31 años, oriunda de Dagua (Valle), vecina
de Marroquín II.
Para el curandero el arte de curar requiere también el conocimiento de las prácticas de
brujería, por cuanto en muchas circunstancias son un complemento a la labor de
consejero en el manejo de los problemas cotidianos de las personas y las familias, en
su gran mayoría representados o percibidos corporalmente (morbilidad sentida) en el
imaginario popular como alteraciones de orden nervioso o del sistema nervioso. No
basta simplemente "ponerse en el campo del paciente", comprenderlo, entender sus
problemas, hacer la tarea de consejero en asuntos de amores o de trabajo, disputas
entre vecinos, familias, etc. Se precisa incidir en el orden simbólico, en el manejo del
deseo (la pasión amorosa) o de la agresión (diversas modalidades de violencia) del
vecino, el familiar, el patrono o el trabajador, el policía, el atracador del barrio o el
agente del DAS. La eficacia del tratamiento terapéutico, en muchos casos, pasa por
esta necesaria mediación, porque las perturbaciones nerviosas vividas por la gente
representan en la sintomatología popular -la cual incluye una continua incorporación
del argot "científico" de moda sobre los nervios- un desorden o caos que precisa ser
controlado.
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