invadidos de agregados artificiales, azúcares y saborizantes. Desde hace un tiempo
atrás, en muchos países se puede adquirir leche que, controversialmente, no es leche;
sino un “producto lácteo” que contiene cierto porcentaje de leche y una mezcla
económica de componentes químicos (ver imagen). Y con esto no quiero decir que jamás
debemos consumir estos productos, pero sí que bajo ningún punto de vista deberíamos
tenerlos como eje central de nuestra alimentación.
La etiqueta pertenece a un producto mejicano: una leche versión económica que contiene un 70% de
verdadera leche, con la adhesión un brebaje que incluye grasa vegetal y goma guar. Obviamente, los
empaques son muy similares, y una vaca contenta sonríe en primera plana.
La curiosidad me ha llevado a enterarme que productos como las gaseosas o
diversas golosinas muchas veces ni siquiera incluyen la fruta a la que hacen referencia
en el envase. A veces son solo saborizantes, otras, como el caso de los jugos en polvo;
contienen una fruta diferente. Los excesivos endulzantes hacen la magia de convertir la
manzana en ananá, aunque si vamos al caso el aporte es tan mínimo que poco incide en
el resultado final.
¿Se han puesto a ver los ingredientes que conforman el famoso “caldito”?
Con suerte, según la marca, un máximo del 8% corresponde a verduras y especias
deshidratadas. El resto se completa en mayor medida con sal, grasas y aceites; para
darle paso triunfal al cóctel que incluye el mágico resaltador de sabor, colorante,
aromatizante y en algunos casos saborizante artificial. No difiere prácticamente la
composición si se trata de sabor carne, verdura o pollo: más grasa, un cambio de aroma,
un toque de sal y listo.
No entraré en detalles acerca de los daños que ocasionan en general el consumo de
este tipo de productos, sobre todo con una periodicidad habitual (ni siquiera debemos
decir en exceso). Para indagar al respecto, además de afinar nuestro sentido común,
recomiendo el libro “Malcomidos: Cómo la industria alimentaria argentina nos está
matando” de Soledad Barruti.
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