FUMIgate v6 26/06/18 | Page 7

La sustitución de productos envasados, ultraprocesados o los modificados genéticamente también ha sido paulatina. El ritmo de vida y las costumbres consolidadas con el capitalismo globalizado han generado un mercado prolífero para todo producto que cuente con dos características que parecen esenciales: fácil y rápido. Pocos se detuvieron a analizar qué estaba quedando afuera con la aplicación de esta ecuación mágica. Con el tiempo, la obesidad, el sedentarismo y los casos de cáncer se han multiplicado de manera alarmante, desencadenando un legado catastrófico 4 . Pero el punto crucial de este análisis es dejar en manifiesto que, como sociedad, nos hemos alejado de la relación directa con el alimento. Lo que nos nutre ha dejado de ser visto como un fruto de la naturaleza para convertirse en una mera mercancía, tan impersonal e inerte como una resma de papel o un par de medias. La relación con el productor ya no existe, porque no es él quien nos vende un cajón de fruta para convertirlo en dulce, sino que fue reemplazado por una multinacional que llena las góndolas de frascos inertes de mermelada con aditivos. Ya no importa cuál es la verdura de estación, porque se puede comprar todo el año mercadería fumigada y preservada en cámaras de refrigeración. Así un tomate cosechado en febrero se vende aún en julio, por supuesto, con una reducción en cuanto a nutrientes y un sabor insulso que mucho difiere del que podría haber tenido bajo otras circunstancias. Las recetas antes transmitidas de generación en generación han quedado como cosa del pasado, irreproducible en tiempos donde muchos almorzamos en el escritorio mismo del trabajo o cenamos un rebozado cárnico con forma simpática y contenido dudoso, algo siniestro, que poco tiene que ver con lo que anuncia el envoltorio. Aparentemente ya “no hay tiempo” para dedicarle horas a la cocina. O lo hay, pero si lo convertimos a dinero, cuesta tan caro que pocos pueden darse el gusto. Los males no son visibles de manera inmediata; pero es innegable que quienes han dejado de valorizar la alimentación como un pilar de su vida, experimentan tarde o temprano trastornos alimenticios, carencias o enfermedades directamente relacionadas a sus hábitos. Es popular un dicho que dice “somos lo que comemos”. Si bien creo que indudablemente somos mucho más de lo que comemos, la alimentación es una parte importantísima de nuestro desarrollo y experiencia de vida, brindándonos esa conexión transparente entre el ser y su entorno natural. En relación a lo que comemos podemos notar cómo varía nuestra energía, nuestra predisposición y hasta nuestro humor. Pero nos hemos ido como desconectando… ¿Cómo es posible que tantos chicos, jóvenes y hasta adultos no conozcan el origen de los alimentos? ¿Cuántos son capaces de reconocer alimentos en las plantas sembradas en la huerta? ¿Cuántos disfrutan del deleite de tomar una fruta del árbol para luego comerla? El desconocimiento general sobre la procedencia y naturaleza de nuestra comida es llamativo. Ni hablar de la sustitución de la carne animal por escorias como las salchichas, las hamburguesas y otros productos industriales: las pastas rellenas de paquete, los lácteos y derivados 4 Ghergo, G. (02/10/15). Mapa del cáncer en Santa Fe: factor ambiental y agroquímicos en debate. Rosario3. Recuperado de https://goo.gl/9ZGrBU Casos de cáncer en Monte Maíz superan la media normal. (21/10/14). Cba24n. Recuperado de: https://goo.gl/GRFeFL |5|