FRAY PERICO Y SU BORRICO FrayPericoYSuBorrico | Page 67

Juan Muñoz Martín Fray Perico y su borrico Ya quedaba poco trecho para que la campana llegara a su destino, cuando fray Perico, que venía de la cocina comiéndose el postre, se detuvo con la boca abierta junto a la fila de frailes. ¡Era hermoso ver subir aquel mastodonte de hierro como si fuera de hojalata! Fray Perico arrojó al suelo la cáscara de plátano, el padre visitador la pisó, perdió el equilibrio y, ¡cataplum!, los veinte frailes tropezaron uno tras otro y la campana se precipitó al barranco. Los frailes quedaron colgando y pataleando en el vacío, cada uno a diversa altura, agarrados a la cuerda. Todos gesticulaban, todos daban gritos y, al extremo, el borrico, que rebuznaba como un descosido. Fray Perico, con las manos en la cabeza, no sabía qué hacer. Corrió por el cuchillo de la cocina, lo afiló y, agarrando el extremo de la cuerda atada a la campana, ¡zas!, de un tajo la cortó. Fue todo en un instante. El burro y los frailes cayeron en confuso tropel. Fray Perico, que aún sostenía el otro cabo, subió como por ensalmo al campanario y quedó colgado de la garrucha. - 67 -