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Juan Muñoz Martín
Fray Perico y su borrico
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La campana
Cuando vio la celda de fray Olegario, llena de pajaritas de papel, y las lagartijas
de fray Procopio, y a fray Silvino llegar patinando por el pasillo, y a fray
Mamerto, que tiraba tomates a fray Cucufate detrás de las tapias, se puso hecho
un basilisco.
El colmo de su furor llegó al encontrar un borrico durmiendo en la cama, con
calcetines y todo. Reunió a toda la comunidad en el claustro y allí se llegaron
todos temblando, esperando una buena regañina.
El visitador se mesaba la barba, se rascaba la oreja. No sabía qué hacer. ¡Vaya
convento! Todo eran carreras, ronquidos, bichos, risas... ¡hasta santos que
movían las barbas!
Había, junto a la torre, una pesadísima campana del tiempo de los moros,
que debía de pesar varias toneladas.
Lo malo fue que el padre visit