FRAY PERICO Y SU BORRICO FrayPericoYSuBorrico | Page 43

Juan Muñoz Martín Fray Perico y su borrico -¡Huy! Por lo menos dos millones. Fray Olegario se derrumbó abatido en un sillón. -Pero, alma de cántaro, si sólo hay veintiocho. -¿Veintiocho? -gritó estupefacto fray Perico; y dando un portazo salió corriendo, con Calcetín, pasillo adelante. -¿Dónde irá? -se preguntó fray Olegario. Al rato, fray Perico llegó con el borrico cargado con tres sacos muy pesados. -¿Qué traes ahí? -Tres sacos de letras. -¿Tres sacos de letras? ¿De dónde los has sacado? -De la despensa. -¿Estás loco? -No, no lo estoy. Estos sacos son los que usa fray Pirulero para hacer la sopa. -¿La sopa? -Sí, la sopa de letras. Hay tantas letras que podríamos estar comiendo todo el convento hasta el día del juicio. -Pues aunque tengas un cólico miserere de tantas letras, jamás distinguirás una «o» de una calabaza -exclamó dando un puñetazo en la mesa fray Olegario. Mientras tanto, fray Pirulero, que había echado en falta sus sacos, llegó a la biblioteca y se quedó con la boca abierta. El burro tenía metida la cabeza en uno y se había zampado la mitad de su contenido. -Pero, fray Olegario, ¿has visto lo que está haciendo el borrico? -Sí, hermano, está aprendiendo a leer -contestó el anciano. El cocinero bajó con las orejas gachas a la cocina, pensando que, con el apetito con que comía el asno, pronto llegaría a sabio; pero a costa de dejar sin sopa a todo el convento. Así pues, llegó a la despensa y cerró con cien llaves, no fuera a ser que después de la sopa utilizara fray Olegario los chorizos, los quesos, las manzanas y el membrillo para enseñar botánica y zoología al borrico. - 43 -