Era una época realmente dorada para
Marlboro. La imagen que se estaba
dando en el mundo del motor era la
esperada. En la Fórmula 1 se pasaba delos éxitos mediáticos de James
Hunt a las leyendas que conseguían
título tras título en manos de Niki
Lauda, Alain Prost o Ayrton Senna,
todos ellos en el equipo McLaren,
aunque otros equipos como Alfa Romeo también recibieron cierto apoyo.
En el Mundial de Motociclismo llegaban éxitos parciales con los equipos
MV Augusta y Yamaha. En Australia
no se hablaba de otra cosa que de el
equipo Holden Dealer Team con su
publicidad de Marlboro, matrimonio
presente en el campeonato de turismos V8 durante diez años... Si acaso,
la única asignatura pendiente era la
del Mundial de Resistencia y su prueba estrella, las 24 horas de Le Mans,
ya que en dicho periodo el equipo Porsche oficial poco menos que arrasaba,
y el patrocinador principal era... Sí,
era Rothmans. Tan sólo una participación con uno de esos Porsche 956
del equipo satélite Joest Racing acabó
con una buena tercera posición tras
dos de los tres coches de fábrica.
Con el final de los Grupo B y la entrada de los Grupo A, la filosofía de los
rallys antiguos comenzó a desaparecer. Los pilotos especialistas empezaron a dejar paso a los que iban bien
en todo tipo de superficies, por lo que
poco a poco fue haciéndose más necesario el dejar de centrar los esfuerzos
en esos pilotos que sólo iban bien en
los rallys duros y empezar a buscar a
los nuevos.
Aún así, estos apoyos al Rally Safari y
al Rally de Argentina se mantendrían
durante toda la década de los ochenta, concretamente hasta 1990, mientras que el Costa de Marfil lo perdería
un año antes, algo de lo que no pudo
recuperarse, y, sumando a ello sus
bajas inscripciones y su similitud con
respecto al rally keniata, fue poco a
poco relegado y acabó desapareciendo
de los calendarios mundialistas.
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