Formula Rally Magazine nº10 Septiembre 2016 | Page 98

LA LLAMADA DE BORTOLETTO En sólo dos rallys Salvador Servià estaba en boca de todos. De ser un buen piloto con opciones a luchar por el título nacional había pasado a pelearse con los dos cocos del Jolly Club, que, para quien no lo sepa, era el “equipo b” de la fábrica Lancia, o lo que es lo mismo, un equipo oficial disfrazado de semioficial con los colores de Totip en lugar de los de Martini, lo que quiere decir que pilotos y maquinaria estaban al nivel de los del Mundial. Esta pequeña hazaña del de Pals no pasó desapercibida para el mandamás del equipo italiano, Claudio Bortoletto, el cual apuntó su matrícula. Para Servià la temporada nacional estaba en un punto delicado. A las cuatro primeras victorias en las cuatro primeras pruebas (incluidos los dos tremendos resultados en Costa Brava y Costa Blanca), le siguieron otros cuatro en los que los problemas de aprovisionamiento de neumáticos o las buenas actuaciones de Carlos Sainz le dejaron con la moral algo baja. Para más inri, la posibilidad de acudir al Rally de Madeira, otra prueba de máximo coeficiente dentro del Europeo y que no resultaba muy lejana, se esfumaba por el pobre interés que despertaba en el principal patrocinador del equipo: Rothmans, prueba a la que sí acudiría el equipo FASA-Renault con Carlos Sainz y el R-5 “Tour de Corse”. Sin embargo, en la Jolly Club se vieron con uno de sus dos coches libre de piloto. Con un Massimo Biasion cada vez más centrado en el Mundial y en el desarrollo del futuro Gr.B de la marca (el Delta S4) y con una Antonella Mandelli que no podía asistir a la prueba y que era la que inicialmente estaba destinada a pilotar uno de los 037, a Bortoletto no le quedó otra opción que buscar otro piloto que estuviese dentro de la estructura y que pudiera ofrecer todas las garantías. Y en la agenda del italiano estaba el piloto español. Para Servià era un premio al trabajo bien hecho, pero había que aprovecharlo bien. “Al parecer les gustó mi papel en las dos primeras pruebas, por lo menos eso creo yo. De todas maneras algo habrán visto para llamarnos. Soy consciente de que fue una decisión de última hora pero voy a aprovechar esta oportunidad a conciencia. ¿Responsabilidad? Toda la que se quiera, pero ningún temor. Es cuestión de confianza en las posibilidades de cada uno y... Bueno, se trata de correr más que nadie.” Para dar mayor emoción al evento, Salvador saldría en Madeira con el dorsal número 1 por ser piloto de prioridad A de la FISA (la FIA de antes), y los colores no serían otros que los que llevan los coches de la Jolly Club, es decir los verdes y naranjas de su principal patrocinador, Totip, y no los que habitualmente utilizaba dentro del certamen español, Rothmans. En cuanto a la competencia, además de su compañero y “jefe de filas” dentro del Jolly Club, Dario Cerrato, y del ya mencionado Carlos Sainz con el R-5 Turbo, en la que era su primera participación en un rally fuera de nuestras fronteras, estaban otros dos Lancia 037 del Tre Gazelle pilotados por Andrea Zanussi y Harri Toivonen, el R-5 Turbo oficial Portugués de Joaquim Moutinho, el británico Terry Kaby con un Nissan 240 RS o Yves Loubet con un Alfa Romeo GTV6. No era una lista muy abultada pero la batalla entre los coches italianos y el R-5 de Sainz prometía ser feroz. “Para mí es muy importante el medirme con pilotos de gran nivel en igualdad de condiciones. Hásta ahora nunca lo he podido hacer por falta de medios, por lo que este rally significa mucho para mí y para Jordi. El poder compararte 98