FORMAT+V Mayo 2014 | Page 15

SEBASTIÁN GONZÁLEZ:

"EL COLECCIONISTA DE ARTAUDS"

Por Hernán Touzón

A pesar de los altibajos (aunque más bajos que altos) del mercado de la música (especialmente del formato físico), hay bandas que editan aún sus discos (o algunos de ellos) en vinilo como formato único y exclusivo . Tal es el caso de los nacionales Los Natas, que desde el 2000 (aún todavía lejos del hoy –tal vez mal- llamado “revival”) al 2008 editaron sólo en este formato (aparte de sus CDs) el EP ‘Livin’ La Weeda Loca’ (2000), ‘El Gobernador’ (2001), ‘Tormenta Mental y Paranoico’ (2003) y 2 splits (discos con la mitad de los temas de una banda y la mitad de otra) ‘Natas/Cabron ‘(2007) y ‘Natas/Solodolor ‘(2008), o Banda De La Muerte, otra banda argentina que lanzó de esta forma sus dos últimas producciones discográficas, ‘Pulso de Una Mente Maldita’ (2012) y ‘6 canciones’ (2013).

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Como conozco parte de tu colección, sé que te gusta mucho el rock nacional. ¿Qué opinas sobre el fenómeno de suba de precios y búsqueda frenética de los coleccionistas en este terreno durante estos últimos años?¿Crees que el rock nacional se presta más al coleccionismo que otro tipo de música?

El tema de los discos de Rock Nacional es un tema delicado. Por un lado nos encontramos con la sensación de ¨Ahora o nunca¨, sabemos que hay discos que no se van a reeditar jamás. Es probable que se reediten algunos pero la mayoría de los discos de RN van a quedar vírgenes de reediciones en este nuevo milenio! Si las compañías ni siquiera reeditan en CD, que nos queda para el formato LP! Por otro lado se ven precios completamente irrisorios en discos de Rock Nacional. Más allá de que no se vayan a reeditar, hay precios que son imposibles, no tienen lógica alguna y hay algo que es muy puntual del mercado Argentino... quieren cobrar caro discos arruinados, cuando el mercado internacional no actúa de esa manera, cuando un disco está de G para abajo no vale dos mangos afuera. Acá pretenden venderlo como bueno.

El coleccionismo es un juego para mí, coleccionar Rock Nacional, es jugar en modo ¨Hard¨... esta buenísimo! (risas) Además de que gracias a los coleccionistas se valora ese material, que de otra manera quedaría en el olvido. Si a eso le agregamos que Argentina no tiene una Fonoteca Nacional podemos llegar a la conclusión de que las colecciones privadas son el último resguardo de nuestro patrimonio cultural, en materia de grabaciones.

Volviendo al tema de considerar las colecciones privadas de rock nacional como "patrimonio cultural", es eso lo que te llevó a esta suerte de fascinación por el disco Artaud de Pescado Rabioso, o hay otras razones?

Mi tema con Artaud no sé cómo empezó...me fueron llegando, de alguna manera. En realidad yo tengo una fascinación completa con la obra entera de Luis Alberto Spinetta. Tengo todos sus

Las 4 ediciones diferentes del Artaud, parte de la colección de Sebastián.

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Si uno se toma dos minutos para revisar la colección de Sebastián González, rápidamente nota lo siguiente: hay algo que se repite en su colección. Estamos hablando del Artaud, un disco de Pescado Rabioso, ampliamente considerado como uno de los mejores discos de la historia del Rock Nacional. La obsesión de Sebastián se da en dos niveles. Por una parte, es el disco, el objeto, el fetiche; pero por otra, es su admiración hacia Luis Alberto Spinetta. En esta entrevista, Sebastián nos cuenta sobre los orígenes de esa obsesión y las razones por las cuales conserva varias copias en vinilo (aún repetidas) de este disco.

¿A qué edad empezaste a coleccionar discos y qué te atrajo de ellos?

Empecé a los 17-18 años a coleccionar CDs ... con mis primeros sueldos me iba a Tower Records y era el paraíso! (risas) me gastaba medio sueldo ahí. Después se me fue el vicio por los CDs y estuve años comprando como una persona normal algunos discos al año. En 2011 me fui de un amigo que tenía vinilos y me enrosque mal, prendió de nuevo en mí la llama del coleccionismo... ¡recargada!. Me compre una bandeja y arranque a full

Veo que empezaste a coleccionar discos en una época en la cual se suele decir que hubo un revival del formato. ¿Coincidís en ese concepto o creés que no existe tal cosa como un revival del disco?

Que hay un revival del vinilo es indiscutible, es un hecho. Creo que pasa eso porque es un formato que seduce a los coleccionistas, por su tamaño y porque está atado a toda una época dorada de la música. Creo que el único formato físico que va a soportar el embate de la venta de discos virtuales, descargas, va a ser el vinilo. El download ya pasó en ventas al CD que sigue cayendo... el vinilo sigue creciendo. Aunque el vinilo hoy por hoy comparta una porción mínima del mercado la tendencia es esa.

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No está mal, tampoco. A fin de cuentas, tiene sus beneficios toda esta tecnología. Pero en este panorama, ¿qué sentido tiene coleccionar vinilos? Slow Music. Una actitud de escucha, un ritual que nos obliga a prestar atención a lo que hacemos, a hacerlo con ganas. Es una lucha contra el automatismo y el facilismo de poder tener cualquier mp3 del mundo en nuestro celular.

Cuando empecé a coleccionar discos hace unos años llevaba un ritmo de vida frenético, debido al trabajo y cosas en las que uno se va metiendo. El iniciar una colección de un formato que yo no pude vivir en su época de esplendor, se convirtió para mí no sólo en una afición, sino que también me ayudó a frenar un poco. A dedicarle mi momento del día a mi música. Ese momento en el que llegaba a mi casa, me sacaba los zapatos y me escuchaba un buen disco. Ese momento en el que podía cortar el ritmo tan acelerado de la vida actual, cortar con la necesidad de inmediatez constante y poder disfrutar de algo de otra forma, con otro ritmo.

Hay algo que va más allá de la fritura y cuántos discos uno puede acumular, y es el tiempo de calidad que uno dedica a su colección. Es como rebelarse de alguna forma contra un mundo que va cada vez más rápido y nos arrastra a ese ritmo. Es un pequeño acto de rebeldía contra un sistema que nos obliga a tragar Fast Music, mientras nosotros degustamos nuestra Slow Music a 33 rpm.

un poco. A dedicarle mi momento del día a mi música. Ese momento en el que llegaba a mi casa, me sacaba los zapatos y me escuchaba un buen disco. Ese momento en el que podía cortar el ritmo tan acelerado de la vida actual, cortar con la necesidad de inmediatez constante y poder disfrutar de algo de otra forma, con otro ritmo.

Hay algo que va más allá de la fritura y cuántos discos uno puede acumular, y es el tiempo de calidad que uno dedica a su colección. Es como rebelarse de alguna forma contra un mundo que va cada vez más rápido y nos arrastra a ese ritmo. Es un pequeño acto de rebeldía contra un sistema que nos obliga a tragar Fast Music, mientras nosotros degustamos nuestra Slow Music a 33 rpm.