FORMAT+V Mayo 2014 | Page 10

MITOS DE LIMPIEZA

En estos días en que el vinilo toma un auge vigoroso, los mismos ladrones que prometían calidades hiper sónicas con el CD y viajes auditivos con el MP3 aprovechan para efectuar nuevas diabluras. Su blanco preferido es la limpieza y la eliminación del ruido (además de los Artaud, claro está) : disfrutando del desagrado que provocan las frituras en muchos audiófilos neófitos, estos “gordos valores” del audio venden sendos líquidos y adminículos, supuestamente indispensables para una buena escucha.

Así se agolpan cepillos importados, fórmulas que se presentan como las verdaderas paladinas anti suciedad, e incluso máquinas limpiadoras, las cuales rivalizan con Star Trek en imaginación de diseño. Pero todas estas elucubraciones líquidas chocan con la realidad. Pues los vinilos no se manchan con materiales de laboratorio o nitrogilicerina; simplemente, polvo, pelo y otras raleas de la casa encuentran refugio en los surcos de los discos. A dos niveles: en la superficie y en el surco. Por esto mismo, una limpieza correcta no requiere ningún ritual de carácter mitológico. Basta con operar en estos dos niveles adecuadamente, para luego no escuchar huevos fritos detrás de la voz de un Robert Plant, por ejemplo.

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EL MÉTODO

Simplemente necesitaremos de alcohol (del común, no del isopropílico), algodón y un pincel número 18 (muy finito, se consigue en librerías o tiendas de productos de pintura). El disco en cuestión será puesto a girar en una bandeja en desuso (si no se dispone de una, no hay ningún problema, pero es preferible recurrir a algún armatoste viejo). Con suavidad, pasaremos una bolita de algodón embebida en alcohol sobre los surcos del disco. Hagámoslo con paciencia, sin olvidar ningún intersticio y recurriendo a algo que pueda entretenernos en el ínterin (los reproductores de CD sirven perfectamente para este propósito). Una vez completado este paso , habremos eliminado la suciedad más superficial.

Vayamos al surco. Mojemos abundantemente las cerdas del pincel con alcohol. De manera perpendicular, lo apoyaremos sobre el surco, moviéndolo de afuera para adentro. ¿Cómo sabremos que hemos llegado al fondo? Bueno, cuando escuchemos un sonido similar a ardillas (o a los Bee Gees), habremos conseguido nuestro propósito. Este paso un tanto ruidoso lo haremos meticulosamente alrededor de todo el surco, como lo hicimos anteriormente.

Aquí viene el último tramo de nuestra maniobra. Embebemos otra bola de algodón en alcohol, y la pasamos sobre el vinilo; pero esta vez, lo haremos con una presión fuerte. De este modo, habremos removido toda la suciedad desatada por nuestro caro pincel.

Uno de los modelos de las máquinas limpiadoras VPI, probablemente la marca más conocida a nivel mundial.

LIMPIEZA DE VINILOS: DESMITIFICANDO

LAS RECETAS MÁGICAS

Por Victor Tapia

El pincel se encarga de limpiar la suciedad en el interior del surco.