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En tercer lugar, el evento resulta ser un canal de comunicación entre los artistas y su público, reflejado en las presentaciones en vivo de diferentes grupos en las disquerías.
Sin lugar a dudas, todos estos elementos resultan atractivos para una industria que hace menos de 10 años estaba en crisis. Sin embargo, desde comienzos de este año, se han comenzado a escuchar algunas voces disidentes, principalmente de personas ligadas a sellos independientes, así como también de los propietarios de algunas de las disquerías participantes.
Hay un dato que puede ayudarnos a entender las razones detrás de ese descontento, y se relaciona con el crecimiento casi exponencial de las ediciones especialmente producidas para el evento. Tomemos el caso del Reino Unido: En 2011 se lanzaron 277 ediciones especiales, mientras que en 2014, el número creció hasta las 643.
En Estados Unidos, la primera edición tuvo 30 títulos, mientras que en 2014 se lanzaron 450. Es cierto que las ventas también han crecido (se calcula que durante el Record Store Day de 2013 se vendieron cerca de doscientos mil discos), pero el problema está más bien ligado a cuestiones de distribución. Una de las primeras voces que se alzaron fue la de la distribuidora Kudos en Inglaterra. Mediante su página web, la empresa publicó un comunicado evidenciando algunos problemas: “Kudos ha sido un fuerte promotor del Record Store Day. Hemos participado desde su creación, y hemos disfrutado de algunos éxitos notables. Sin embargo, ahora da la sensación que el evento ha sido cooptado por los grandes sellos discográficos, generando problemas para los sellos pequeños, los cuales son los que empujan las ventas de vinilo durante los 364 días restantes del año.”