Food Mexico Y Yo August 2015 | Page 22

DESTACAD Mezcal: MAGIA Y TRADICIÓN Por Raquel del Castillo La magia rodea al mezcal. Quizá todas estas aseveraciones místicas puedan sonar trilladas, pero son verdaderas. Todo lo que tiene que hacer es ir a los palenques, vinatas o destilerías para poder entenderlo. Conocer su cultura, oler las piñas de agave “apiladas” al lado de los burros o caballos que cargan las rocas de la cantera, oler el aroma de la madera lentamente consumida por el fuego, y comer la pulpa del agave cocido con el fin de endulzar la boca y sobre todo escuchar a los principales mezcaleros con sus anchas manos y uñas puntiagudas con una mirada lejana en sus ojos nublados. Estos hombres son magos; escuchan a sus plantas, conocen sobre la tierra y cuidan de sus cultivos. A unque en el istmo, varios estados son productores, cuando hablamos de este elixir, Oaxaca es la primera referencia que se me viene a la mente. El hecho de no beber mezcal he pasado un guaje o de la tradicional copa mezcalera es lo mismo que no haber visitado el estado del barro negro. Últimamente he visitado algunos palenques, y recordé aquellos días donde el cielo era azul, y un invierno ventoso iluminado por el Sol se calentaba, no sólo por sus sabores sino también por la hospitalidad desean aquellos que deseen compartir la hermosa Oaxaca. La primera parada que hicimos fue en “Mal de Amores” en Santiago Matatlán, que también es un restaurante. Al final del paseo, el maestro Armando Hernández nos ofreció un pequeño trago de Tobalá, Cuixe, Espadín (el elixir de la casa) y unas cuantas mezclas. Como en todos los palenques, las mismas plantas son testigos de su evolución, las “piñas” de agave seleccionadas descansan sobre el horno de piedra con fuego de leña donde son cocinadas, haciéndolas más suaves y dulces con la ayuda de la madera de mezquite y eucalipto, para después ser molidas en el molino, fermentadas en barriles de pino y destiladas en la destiladora. Observamos la leyenda “Hasta No Verte Jesús Mío”, que está grabada en una de las columnas del Mal de Amores, mientras Armando ofrece sus muestras. Aquí huele a tierra y un aire mágico de madera persiste, donde uno se siente bien y en paz. El viaje continúa hacia Wahaka Mezcal, donde Alberto Morales nos presentó con su familia, su abuelo Don Nicolás García, y padre de aquellos que se mueven silenciosamente de un lado a otro en un tipo de danza mientras colocan la leña y apilan las “piñas” de agave Jabil, Tubal y Testate, todas las diferentes variedades de agave usadas para hacer este espirituoso. El destilado es una expresión de esta tierra. Además, si se entra en esta casa, es sinónimo de la amistad donde uno tiene que compartir y decir a los ojos, “a su salud”. Es cierto, beber mezcal implica 22  FOOD MEXICO y YO  EDICION ESPECIAL 2015 un cierto ritual que habla de nosotros mismos. Alberto, luego de contarnos la historia de su marca que comenzó en el 2011, y que desde su nacimiento ha sido reconocida como uno de los mejores d \