Datos y consideraciones en
torno a esta danza
La Diablada es un producto híbrido, una
mezcla de dos creencias de distinto
origen del mismo sujeto diabólico.
Escribe que la más antigua noticia
referente a danzas representativas y
farsas espectaculares, data del año 1150
en ocasión de las fiestas nupciales del
Conde de Barcelona, Ramón Berenguer
IV con la hija del Rey de Aragón Ramiro
el Monje. Luego
indica que en dicho
festival se presentó
una farsa en que
un grupo de diablos
capitaneados por
lucifer, lucha en
duelo de palabras
y en forma
coreográfica contra
otro de ángeles
dirigidos por el
Arcángel San Miguel.
El tema de
los siete pecados
capitales es
netamente católico
y fue traído por los
conquistadores,
pretendiendo
reemplazar a aquella
trilogía quechua:
“Ama Sua, Ama
Kella, Ama Llulla”.
Por su importancia
es menester citar:
al cura Ladislao
Montealegre
párroco de Oruro
en 1818 u otro sacerdote boliviano
escribió el “relato”, que representaban
los diablos altiplánicos, hasta que en el
año 1945, aproximadamente, el escritor
y folklorólogo Rafael Ulises Pelaez los
aderezó dándonos el relato.
El indio, supersticioso como era y
sigue siendo, creó la figura del “Tío”, que
entroniza a la entrada de las minas en
Bolivia, y a cuyos pies, cada montaña,
deja sus ofrendas de coca y alcohol.
Para el mitayo (viejo indio metalurgo
preso a su sino secular en el subsuelo),
la figura del “Tío” pasó a ser la potestad
visible que rige el destino de las galería