TURISMO
Diablada
L
a Danza de la diablada es una cosmovisión
andina con profunda inspiración religiosa, parte
del descubrimiento de la imagen de la milagrosa
Virgen de la Candelaria en la habitación del famoso ladrón
Nina Nina, probablemente en el Siglo XVIII. Virgen que
fue reconocida por los mineros de Oruro como la madre
protectora del pueblo trabajador, y bailar de diablos
precisamente para no provocar el enojo del Tío de la mina.
La imagen del “Tío” como se denomina al Diablo, es
motivo de culto en todo el ámbito minero de Bolivia. En
épocas prehispánicas, los indios Urus, de cuyo nombre
proviene Oruro, creían en la existencia de demonios era
el Huari o Wari poderoso ogro que habitaba las montañas.
Según la versión de la leyenda que refiere la intervención
de Huari en los orígenes de la explotación minera:
El fue quien convenció a la gente de que deje su
trabajo en el campo y entre en los socavones para
encontrar las riquezas que él tenía allí depositadas.
Se alejaron de la vida virtuosa, del cultivo de la tierra
para llegar a las borracheras y orgías con su riqueza
mal ganada en las minas. Luego llegaron una víbora
monstruosa, un lagarto, un sapo, y un ejército de
hormigas, todas dispuestas para devorarlas. Todos fueron
heridos con rayos mientras avanzaban hacia la ciudad,
cuando uno de ellos invocó a la Ñusta, la virgen Inca,
luego identificada con la Virgen del Socavón, convirtió
estos animales en graníticos cerros tutelares, y a las
hormigas en pequeñas dunas de arena.
El drama de salvación es representado en carnaval con
cientos de bailarines disfrazados de diablos que invaden
las calles de la ciudad.
Este relato nos informa de la índole de Huari, el
demonio de las montañas, y de su vinculación con la
minería; su poder sobre los animales y su debilidad
frente al poder de la Ñusta. Pero también explica
fundamentalmente el origen de culto a la virgen del
Socavón. El sincretismo religioso entre ambas deidades es
evidente y lo ha sido bajo otras formas en muchos lugares
de América.