Acabé quedándome con una amiga
mientras esperaba a que mi padre
regresara en tres semanas. Con el
tiempo, esas tres semanas se volvieron
años. Pero durante este tiempo, yo
no sabía qué hacer porque no tenía
estadía en el país ni podía trabajar.
Conseguí terminar mis GCSE´s e ir al
instituto, donde estudié Psicología y
Asistencia Social y de Salud. Pero me
quedé estancada, sin poder progresar.
Una de mis amigas me había invitado
al Centro de Ayuda UCKG cuando yo
tenía 14 años. Sabía que este lugar
podía ayudar a las personas, pero no
pensé que podría resolver mi situación
en aquel entonces, por lo tanto, no le
hice mucho caso hasta que tuve cerca
de los 18 años. Escuchaba historias
de cómo las personas superaban
situaciones difíciles, y pensé: “Si ellos
pasaron por todo esto y sus vidas
cambiaron, entonces quizás la mía
también pueda cambiar.”
Kimberly vio la oportunidad de confiar
en Dios a través de la Campaña de
Israel, ella oró para recibir dirección de
Dios y utilizó su fe.
‘Cuando llegó la hora de tomar una
actitud, busqué ayuda por internet.
Escribí mi historia y la envié
a diferentes Centros de
Caridad que podrían
ayudarme. Por aquel
tiempo, me había
ido de la casa donde
estaba y vivía con
otra amiga por un
mes. Si mi situación
no cambiaba en un
mes, no sabía dónde
acabaría al final, pero
tuve que desafiarme a
mí misma y a Dios para
salir de esa situación.
Finalmente, de allí a
dos semanas, recibí
una respuesta de una
señora de uno de los
centros de Caridad.
Creí de verdad que
Dios la había puesto en
mis caminos. Fue muy
agradable conmigo y
me explicó que, desde
los 15 años, el gobierno tenía que haber
cuidado de mí. Estaba más indignada
con mi situación que yo misma.
“Soy
verdaderamente
feliz, y sé que
muchas otras cosas
mejores están por
llegar.”
La señora luchó en mi favor para
conseguir abogados que pelearían por
mi estadía, no tuve que pagar a ninguno
de ellos.
Ella se responsabilizó de todo. Esto fue
un alivio porque no tenía ni idea de qué
hacer. Mis abogados me pedían que
mintiera, pero yo me negaba porque
ya había puesto mi confianza en Dios y
quería hacer las cosas bien.
Por haber confiado en Dios y no permitir
que el miedo me detuviese, hoy, yo no
estoy sin techo y vivo sola. Tengo mi
estadía y trabajo en una inmobiliaria,
algo que me encanta. Mi padre y yo
nos llevamos muy bien, hablamos a
menudo. Ya no le guardo rencor a
nadie ni siento rabia por dentro. Sé que
cualquier dificultad por la que pase
la puedo superar mediante la fe. Soy
verdaderamente feliz, y sé que muchas
otras cosas mejores están por llegar.”
Kimberly Gordon
uckg.org/es|9