Y es que precisamente el aspecto más controversial se refiere a expresar la salud
en términos de dinero y en darle un valor monetario a eventos aparentemente
invaluables como: la pérdida de la visión de un ojo, la pérdida de la audición, la
insuficiencia renal, o incluso la muerte. Sin embargo, esta práctica está bien
establecida en la industria de seguros, donde los eventos y las enfermedades tienen
valores asignados.
NO ADOPTAR
DILEMA (*)
DILEMA (*)
+ Efectividad
ADOPTAR
En el primer supuesto, el del capital humano, se asume que el valor de la vida
humana tiene un coste que se extiende en el tiempo y que su interrupción limita el
potencial derivada de ésta (un joven sería más valioso que un anciano). Esta
aproximación tiene, sin embargo, serias críticas éticas porque otorga un valor
económico a una vida humana y abre el debate del coste estimado en función de la
productividad de cada persona. En el segundo supuesto de cuestionarios a los
pacientes, se pregunta al paciente sobre el importe del dinero que pagarían para
evitar una consecuencia adversa. Este tipo de estudios se ha empleado para la
valoración de diferentes pautas de prevención de la náuseas y vómitos
postoperatorios, una circunstancia adversa, que, aunque de importancia clínica
relativamente menor, es mal tolerada y recordada por los pacientes, o también para
los sistemas automatizados de analgesia PCA. La estimación de beneficios es aún
más compleja: estimar la productividad social-económica del paciente recuperado
(teoría del capital humano, donde los pacientes al enfermar dejan de producir y
generar beneficios económicos), estimar el valor implícito público (a partir de las
valoraciones económicas de las sentencias judiciales) o valorar la disposición a
pagar del individuo, técnica que tampoco es completamente satisfactoria, porque un