semejantes a Ezkioga. Estas severas normas se vieron en la
práctica muy atemperadas por las condiciones personales del
Párroco de Zumárraga, hombre espiritual y propenso a aceptar
visiones y revelaciones. Como D. Antonio tenía mucho prestigio,
Echeguren le dio prácticamente amplias atribuciones para actuar
con los grupos de los videntes. En cuanto a la marcha de las
apariciones, en conjunto, el Vicario General se atuvo a las normas
del tiempo. Las apariciones tienen un tiempo de rodaje en el cual
se revela su propia dinámica interna por la que se comprueba su
autenticidad o su falsedad. Si al cabo de cierto tiempo, se
comprueba la positividad de los hechos aparicionales o se dan
hechos milagrosos, se procede a un proceso de autenticidad de
la aparición. Según esta mentalidad, el Dr. Echeguren se limitó
a observar desde lejos los acontecimientos, esperando que llegara
el momento de actuar. De haber estado en Vitoria el Obispo
Múgica, de sensibilidad religiosa muy fina, y muy cercano a las
expresiones de la piedad popular, muy próximo también a los
problemas pastorales de la Diócesis, no hubiera dudado un
instante en preocuparse con simpatía de la nueva aparición.
Estando de Párroco en Zumárraga un sacerdote muy conocido
suyo, y muy apreciado, era normal que establecieran con él un
plan de actuación conjunta y encauzara los acontecimientos.
Hubiera mantenido con firmeza las riendas controlando la fuerza
de los acontecimientos, y así evitar todo exceso de fanatismo o
de credulidad excesiva. En esas condiciones, Ezkioga hubiera
tenido las mejores posibilidades para un verdadero discernimiento
de la autenticidad del maravilloso suceso. Pero el Obispo Múgica
estaba alejado a muchos cientos de kilómetros de Ezkioga,
desterrado en Francia. El Vicario General, teniendo en cuenta las
tres veces a Ezquioga en plan de observar, y para advertir a los Sres. Curas
de Zumárraga y Ezquioga que guardaran extremada discreción, actitud
de observación y que en manera alguna contribuyeran a hacer creer en la
sobrenaturalidad de aquellos sucesos, pero teniendo cuidado de recoger
privadamente los datos que estimaran convenientes» (PE, Doc. 7).
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