circunstancias adversas de la Diócesis, y los métodos agresivos
de los republicanos en materia religiosa, prefirió no intervenir
para nada en los acontecimientos. Pero muy pronto se vio obligado
a actuar con toda su autoridad. En efecto, empezó a crecer el
interés por las apariciones, y la neutralidad era cada vez más
difícil. Desde que el día 7 de julio los diarios habían difundido,
por primera vez la noticia de los misteriosos sucesos de Ezkioga,
el interés del público se disparó. Lo convulsivo de los sucesos al
tiempo del Gobierno Provisional pedía un signo que diera sentido
a cuanto acontecía. Como ya se ha dicho, el tema de Ezkioga llegó
hasta las Cortes Constituyentes. Las gentes de las más lejanas
regiones de España y del extranjero aprovechando quizá la
oportunidad del tiempo de las vacaciones estivas, vinieron como
una multitud de personas deseosas de un encuentro con la
realidad de los hechos, y acudieron al pueblecito guipuzcoano,
en grupos cada vez más nutridos. Al final del mes la cadena de
sucesos que divulgaban los periódicos, atraía una avalancha
humana cada vez más incontenible. Esta situación tan extraña
no podía menos de preocupar al Vicario General. Es cierto que,
estando el Obispo alejado de la Diócesis por decreto del Gobierno,
la libertad de movimientos del Vicario era limitada. Por eso prefirió
esperar. Pero los acontecimientos se precipitaban y se buscaba
un momento oportuno para transmitir algún mensaje al pueblo.
No se quería en modo alguno favorecer la precipitación ni actuar
imprudentemente. Por eso la actitud de la autoridad eclesiástica
consistía en no procurar a las apariciones ningún tipo de
cobertura oficial. Tampoco hubo información alguna al Nuncio.
Ningún acto eclesiástico que pareciera despertar la atención sobre
los desconcertantes sucesos. El interés del Vicario General parecía
concentrado en dar tiempo al tiempo, y no procurar ningún motivo
de queja al Gobierno por unas actuaciones del magisterio
diocesano favorables a las apariciones. Le interesaba no empeorar
la situación de excepción en que se encontraba la diócesis, privada
de su Obispo. Se interesó vivamente por las apariciones de
Ezkioga, haciéndose presente en el lugar; pero, fuera de eso, la
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