EZKIOGA A.M. Artola, CP | Page 25

Su rostro apopléjico enrojecía cada segundo, sus manos blancas y blandas agarraban un diminuto paraguas para sostenerse, y su pecho abombado se agitaba con el esfuerzo. La ayudé parte del camino hasta un árbol contra el que se recostó para tomar aliento. Toda la cocina y sus alrededores se veían negros de gente situada en apretadas filas». A su cabecera encontré a una mujer vestida de negro, arrodillada al lado de la cama, llorando de forma desconsolada. Había hecho todo el camino desde Burgos de Castilla hasta Ezquioga para suplicar a Nuestra Señora por una hija suya que estaba muriendo de tuberculosis»31. Sobre esta afluencia Amundaráin advertía que es menester mucho discernimiento sobre la naturaleza de las enfermedades y las respectivas curaciones. Todos estos hechos estaban convirtiendo a Ezkioga en un verdadero lugar religioso excepcional. La gente venía a Ezkioga a la búsqueda de algo que respondiera a sus más profundas exigencias religiosas. En la carta llama la atención el sil encio absoluto sobre los videntes. Todo está polarizado por la expectación de lo milagroso extraordinario. Este es el contexto de la carta de D. Antonio Amundaráin, escrita el 12 de julio de 1931. En sus páginas la expectación por lo milagroso extraordinario lo invade todo. Para su examen, se instituye la Comisión eclesiástica, como sucede en Lourdes, pero no hay ningún suceso prodigioso que realmente merezca considerarse como un milagro. Se trata de «milagros» que no son más que hechos llamativos, que inducen a las almas a estados interiores de verdadera conversión, pero sin ostentar el grado de verdaderos prodigios. El ambiente propio de las aglomeraciones de masas es más del tipo de la renovación carismática, en el cual domina más bien la acción de los dones del Espíritu Santo, que de unas intervenciones divinas objetivas del tipo de las «apariciones» y de milagros. El discernimiento de su naturaleza exige mucha prudencia de parte de los medios de comunicación, para que sean verídicos en sus informaciones. En este ambiente saturado de espiritualidad, las concentraciones 31 Walter STARKIE, Spanish Raggle-Taggle, pp. 130-133. 26