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Etapa 1. Formular algunas competencias terminales disciplinarias o interdisciplinarias. Etapa 2. Para cada competencia retenida, delinear algunas situaciones de integración que se espera que los estudiantes traten de forma independiente al final del ciclo de aprendizaje. Etapa 3. Desarrollar (en clase) competencias genéricas y recursos (conocimientos, saber hacer, capacidades) según modalidades variadas, activas y adecuadas. Etapa 4. Reservar períodos (por ejemplo, dos semanas cada ocho semanas) durante los que el estudiante tenga que resolver, en la medida de lo posible de forma individual, una u otra situación de integración correspondiente al perfil de egreso (y por lo tanto a las competencias definidas). Etapa 5. Preparar — con fines de certificación — una prueba con una o dos situaciones de integración nuevas, de la misma familia que las que tuvo que resolver en la etapa 4, es decir, el mismo nivel de dificultad y complejidad. 3.3. Las dificultades metodológicas de la evaluación de competencias "situacionales" El desarrollo y la evaluación de las competencias situacionales en la escuela plantean una serie de cuestiones de pertinencia, validez, viabilidad y fiabilidad. Su pertinencia La principal ventaja de estas evaluaciones es ser pertinente, es decir, apuntar directamente a las tareas que el estudiante tendrá que realizar. Cuando pueden acercarse a una evaluación auténtica, las evaluaciones son de gran pertinencia, ya que lo que se evalúa se parece a la actividad que hay que ejercer. Cuando no es posible usar una evaluación auténtica, se pueden utilizar situaciones de integración. El uso de situaciones de integración sin duda reduce la pertinencia de las pruebas en comparación con una evaluación auténtica, pero aún mantiene el nivel de pertinencia en un muy buen nivel en comparación con la evaluación tradicional basada en el retorno de conocimientos o la simple aplicación de un concepto. Su validez La validez de una situación de integración está vinculada a varios factores. Un factor que juega positivamente a favor de la validez de una prueba en cuanto a la situación de integración es el hecho de que los recursos (conocimientos, saber hacer, capacidades) se prueban en una situación, lo que hace que la información recopilada sea más consistente. Por ejemplo, se puede determinar si un estudiante entiende el concepto de oligarquía si debe movilizarlo en una situación y justificar su uso mejor que si se le pregunta sobre el concepto de oligarquía. Otros factores están relacionados con la prueba realizada. En primer lugar, el tipo de situación de integración a que se somete a los estudiantes: ¿el estudiante está obligado a movilizar recursos básicos en lugar de recursos secundarios? Es decir, ¿los recursos que el estudiante debe movilizar son aspectos centrales de la competencia para verificar o no? De hecho, el tratamiento de una situación de integración requiere seleccionar una situación contextualizada y, por lo tanto, particular. Existe entonces una variabilidad reducida en el muestreo de los recursos, incluso si podemos diseñar las pruebas con el fin de orientar los recursos más importantes, por ejemplo, mediante el uso de situaciones emblemáticas (Perrenoud, 1997). Otro factor es la calidad del tratamiento de estos recursos requerido por el estudiante: ¿es una articulación de conocimientos y saber hacer lo que se le pide y no una simple yuxtaposición de conocimientos y saber hacer? 36