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Las transformaciones que hay que realizar sugieren más que nunca la necesidad de desarrollar una
serie de competencias básicas en todos los alumnos cuya cantidad y calidad sean suficientes para
asegurar su inclusión en el tejido socioeconómico y su potencial para hacer frente al cambio. Esto
sobre todo porque el nivel de la educación general de los jóvenes condiciona cada vez más el acceso
a la formación profesional (Steedman y Verdier, 2010).
Los fundamentos de la escuela son más relevantes que nunca, no en cuanto al conocimiento puro, ya
que hoy en día, con un acceso al conocimiento abierto, "ya se ha transmitido por todas partes"
(Serres, 2011), sino en cuanto a las competencias, es decir, en cuanto al potencial de ser capaz de
actuar de manera reflexiva y fundada sobre la base de este conocimiento.
Sólo en este doble movimiento de alienación y emancipación se puede leer la voluntad de introducir
las competencias en la escuela: ciertamente en el objetivo de ayudar a los jóvenes a integrarse en la
vida social y profesional, pero también con el fin de armarlos para que puedan tomar distancia en
relación con esta doble forma de alienación que son la búsqueda de la ganancia a cualquier costo y la
tentación del terrorismo, a través de una perspectiva crítica que hay que adquirir para fortalecer el
movimiento emancipatorio emergente mencionado anteriormente. A partir del momento en que se
plantean acciones concretas, sobre todo dentro de la escuela, la construcción de un mundo más
justo tiene sentido.
1.3. El concepto de competencia: evolución y enfoques
Históricamente, el enfoque basado en el contenido-materia es el que ha prevalecido siempre en los
sistemas educativos y el que todavía prevalece hoy en muchos lugares. Se pasó — en el decenio de
1970 — de esta lógica de contenido o materia a un enfoque de pedagogía basada en objetivos, en el
que la preocupación de operatividad, y por lo tanto de evaluación, se volvió predominante: en lugar
de escribir los programas conforme a lo que debían enseñar el docente o el formador, la pedagogía
basada en objetivos propuso preparar los programas de acuerdo a lo que el alumno tenía que
dominar, a partir de una división en objetivos operativos.
Hoy en día, la gran mayoría de los sistemas educativos se compaginan para que las competencias
constituyan el núcleo de los currículos. Sin embargo, la noción de competencia está lejos de estar
totalmente estabilizada: se entiende de muchas maneras diferentes y se traduce a través de una
serie de variaciones en los currículos.
Tratemos de identificar las principales tendencias internacionales actuales en la introducción de las
competencias en el mundo de la escuela, sus similitudes, pero también sus diferencias, e incluso a
veces sus divergencias.
Convergencias
Cualesquiera que sean las diferentes aproximaciones al papel que deben desempeñar las
competencias en los currículos, todas están de acuerdo en las tres propuestas siguientes, que
podemos considerar como sus denominadores comunes (Roegiers, 2010).
1. El contenido de la enseñanza va más allá del conocimiento y el saber hacer
Si la escuela se enfrenta hoy a nuevos conocimientos y saber hacer consecutivos a la evolución
natural de los conocimientos, se enfrenta sobre todo con la necesidad de tener en cuenta las nuevas
categorías de contenido, como las life skills 12 o las competencias transversales. Este cambio se debe a
la necesidad de la escuela de abarcar temas relacionados con la educación y que influyen en ella: la
cultura, el empleo, particularmente la circulación de los valores, la información, las ideas y las
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de preparación para la vida cotidiana", "competencias para la vida", "habilidades para la vida"...
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