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timar el gasto público por alumno como porcentaje del PIB por habi-
tante, lo cual expresa el esfuerzo financiero del Estado en educación en
relación con el nivel de ingresos del país. Así, en el caso de la educación
primaria (único nivel explícitamente mencionado en el marco de acción
de Dakar en que los Estados debían comprometerse a aumentar su in-
versión), el promedio del gasto público por alumno como porcentaje del
PIB per cápita aumentó levemente en los países de la región durante
la década anterior, pasando de 14,1% en 2000 a 16,1% en 2010. Par-
ticularmente notable fue el caso de Cuba que prácticamente duplicó el
gasto por alumno en primaria llegando en 2010 a representar casi un
50% de su PIB per cápita.
La leve tendencia promedio positiva en el gasto público observada en
educación primaria se replicó en secundaria durante la década pasada
en la región, pasando de representar un 16,4% del PIB per cápita a un
19,6% entre 2000 y 2010, aunque en este último año con una mayor
dispersión entre los países. En educación secundaria, el país que rea-
lizó el mayor aumento proporcional del gasto público fue Brasil, que lo
duplicó durante el periodo logrando alcanzar el promedio regional de
inversión pública por alumno hacia finales de la década anterior. En tér-
minos absolutos, al igual que en primaria, también en secundaria Cuba
muestra el mayor compromiso financiero con la educación al destinar
recursos públicos equivalentes a aproximadamente la mitad del PIB per
cápita, es decir, más del doble que el promedio de los demás países
de América Latina y el Caribe. En el otro extremo, tanto en educación
primaria como en secundaria República Dominicana tenía en 2010 los
más bajos índices de gasto público por alumno, en ambos casos meno-
res al 10% del PIB por habitante.
Por último, a diferencia de lo observado en los dos niveles escolares,
la tendencia del gasto público por alumno en educación superior fue
negativa durante la década pasada. En efecto, el promedio de inversión
pública por alumno en educación terciaria disminuyó fuertemente en-
tre los países de la región, pasando de un 43,5% del PIB por habitante
en 2000 a un 29,7% en 2010. A pesar de esta baja, como se ve, el pro-
medio del gasto público por alumno en educación superior era en 2010
el doble de su equivalente en educación primaria (proporción que en
2000 era de tres veces). En general, aunque para este nivel educativo
se cuenta con menos casos nacionales con información comparable,
fueron los países que a inicios de la década anterior tenían los más
altos niveles de gasto público por alumno en educación terciaria los
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