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Eliseo Guajardo Ramos
Si hablamos de los conceptos como herramientas para la transformación de la realidad, no es anodino
denominar de una u otra forma a la realidad. Más aún si parte de esa realidad a la que nos referimos no ha
sido aún transformada. Aquí viene a cuento lo que ya hemos referido en otra parte, el vocablo “integración”
no existe en la lengua mixe de Oaxaca, México. Y cuando un colega en visita a una comunidad mixe le
preguntó al “tata mandón” (el anciano con mayor autoridad moral y política) por qué no existe esa palabra
en mixe - preocupado porque él iba con la misión de hablarles de la integración educativa -, le respondió:
“no existe la palabra integración porque no hay desintegración en la comunidad.
No se necesita la integración si no hay desintegración”. Bien, pues con esa filosofía nosotros tendríamos
que seguir hablando de integración si continúan alumnos desintegrados en los servicios segregados de EE.
No hay que negar que el concepto NEE es muy ambiguo, y eso ha sido más que su defecto, su virtud. Ya que
es un concepto flexible para referir una realidad compleja y variable. Por ejemplo, si como es nuestro caso,
está ligado al currículo básico más que a la discapacidad, es relativa sólo a ese currículo y no al paralelo de
la EE tradicional.
Asimismo, un currículo rígido propicia más casos de NEE que un currículo flexible. Luego entonces, los
países que cuentan con currículos flexibles en comparación con los que tenemos uno rígido, al referirnos a
las NEE no estamos hablando de la misma población.
No serían datos comparables. O más en detalle, las NEE no son predecibles fuera de la realidad escolar y
antes de que se propicie el hecho educativo. Al menos a los alumnos habría que darles la oportunidad de que
en forma concreta se pudieran propiciar sus NEE y no anticiparlas a modo de prejuicio. En pocas palabras,
las NEE son relativas y diagnosticarlas es sumamente complicado.
La post primaria y la integración laboral
En un sentido o en otro, hay en nuestros países mayor conciencia por la inclusión educativa. Gradual y
sostenidamente se avanza y se retrocede en los derechos de las alumnas y los alumnos con discapacidad
para una educación básica de calidad en nuestras escuelas regulares. Salamanca (1994) logró imponer una
cultura de la integración y la inclusión en los sistemas educativos públicos latinoamericanos a través de
múltiples y variados esfuerzos desde la OREALC (Santiago UNESCO), con Rosa Blanco a la cabeza.
Ahora se perfecciona y se quiere consolidar ese esfuerzo con un sistema de referencia latinoamericano
como es el Sistema de Información Regional sobre Necesidades Educativas Especiales (SIRNEE) de la
OREALC, UNESCO, piloteado en varios países de la Región.
El reto ahora es cruzar la línea de la primaria, ya sea hacia la consecución de estudios a la secundaria o
hacia la incorporación laboral. Está visto que nos enfrentamos a dificultades propias del sistema más que
de los alumnos o egresados. Hay países que hacen esfuerzos por integrar en un solo bloque de básica los
niveles de preescolar, primaria y secundaria. Este hecho coadyuva a que lo logrado en el los niveles de
preescolar y primaria se puedan transferir a secundaria, al menos como una base para no partir de cero.
Todos sabemos que en la secundaria prevalecen criterios de una fuerte tradición de exclusión, y que la
compartimentalización de su currículo en materias disciplinares por docente hacen extraordinariamente
complejo este nivel educativo, no sólo para los alumnos con discapacidad sino para todos los alumnos. Hay
países, como Argentina, donde en algunas provincias la secundaria cuenta con un solo maestro por grupo;
o en México, cuya modalidad de telesecundaria es con un solo docente. Pero, aun así prevalece el modelo
medieval universitario de la secundaria en casi todo el continente.
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