y otros derivados que contemplan componentes similares( Stufflebeam, 2000; Rockwell & al., 2000; Potts & al., 2000; Forster & Washington, 2000; Moore & al., 2002), tal y como señalamos en revisiones anteriores( Blázquez y Alonso, 2006). Estudios más actuales comienzan a centrar sus es- fuerzos en la e- evaluación de aprendizajes, que tal y como destacan Rodríguez e Ibarra( 2011:35): « se apo- ya en la concepción abierta, flexible y compartida del conocimiento, centrando la atención en el uso de es- trategias de evaluación que promueven y maximizan las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes ». En esta línea, Oosterhoff, Conrad y Ely( 2008) destacan la importancia de la evaluación formativa en los cursos que se desarrollan online. En nuestro contexto, Peñalosa( 2010) defiende que para identificar el progreso de los procesos cognitivos e interactivos en entornos virtuales de aprendizaje, es necesario contar con una estrategia sensible y válida de evaluación del desempeño, así como una se- rie de herramientas que permitan detectar cambios en la complejidad de las construcciones de conocimientos por parte de los estudiantes. Weschke y Canipe( 2010) presentan orientaciones de evaluación dirigidas al profesorado, y destacan un proceso de evaluación interactiva donde se utilizan indicadores como la evaluación de los cursos de los estudiantes, la autoevaluación, actividades presentadas y el cumplimiento de rúbricas, otorgando valor a la evaluación cooperativa para el desarrollo profesional.”( Yuste, Alonso, y Florentino Blázquez, 2012)
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