ETHNOLÓGICA No. 02 (2018) | Page 84

Ethnológica 02 (2018) Mélanie Lercier ocupa, desde luego, un gran protagonismo en la vida de las comunidades de la cordillera. Pero si bien tiene mucha importancia al nivel topográfico y ambiental, no sólo se limita a ser una entidad geográfica inerte. Todo lo contrarío: en los Andes, el cerro se convierte en un ser omnipotente, hacedor de las desgracias o suertes del ser humano, miembro de la vida ritual y social. Entidad autónoma que mezcla rasgos humanos y divinos desde tiempos prehispánicos, no sólo provoca movimientos humanos sino que también se desplaza en el espacio. Llegamos aquí a un punto clave: la proyección de un paisaje mítico-social inmaterial en un entorno físico concreto, lo cual «encarna la culturización del espacio natural, su domesticación, su civilización, todo ello a partir de una malla de puntos de significado sociocultural en un tiempo concreto y dentro de una lógica particular» (ibid 2008: 221). Además de ser un delimitador espacial, que define la extensión física de la comunidad, el cerro aparece sobre todo como un «[constructor] del espacio simbólico de las alturas» (Gil 2012: 148), por ser el punto de convergencia de todas las esferas de la cosmología andina. A la vez puerta de entrada del mundo de arriba, solar, y del inframundo lunar; testigo inmemorial del pasado y del presente, y por lo tanto, figura de sincretismo cultural entre lo prehispánico y lo cristiano; las cumbres fueron instauradas por el hombre andino como eje central del espacio geográfico y cosmogónico. No será de extrañar, entonces, que el cerro aparezca como un ser vivo, una figura social que pauta la movilidad en el espacio. Primero, en términos cosmogónicos, los cerros son el punto de encuentro entre los tres pachas que componen el mundo quechua -a saber ukhupacha (inframundo), kaypacha (mundo de los hombres) y janaq pacha (mundo de arriba), que, lejos de seguir el esquema maniqueo cristiano, están en contacto perpetuo. En este mundo de fronteras permeables, los cerros están de igual modo ambiguamente asociados a las fuerzas animantes contrarias Saqr’a 2 y Gloria 3 . Lugar de lo salvaje; fuentes de abundancia; seres hambrientos que se inscriben dentro de un sistema de reciprocidad; puertas hacia el inframundo donde moran entidades diabólicas, y cuya energía puede poseer a los humanos; las cumbres están consideradas como los « espacios más peligrosos, dada la voracidad natural que poseen las montañas y los cerros. » (Cruz 2012: 230). Por ende, si lo ponemos en relación con la noción de movilidad, este papel 2 Principio genésico, caracterizado por la voracidad y la fertilidad. Se ve asociado al ukhupacha, los espcios del kaypacha asociados con el inframundo y los lugares salvajes. 3 Principio ordenador y socializador del mundo, asociado con los espacios humanizados del kaypacha. 84