ETHNOLÓGICA No. 02 (2018) | Page 82

Ethnológica 02 (2018) Mélanie Lercier ¿Quiénes son los cerros?. A la vez entorno geográfico inmediato, divinidades cosmogónicas muy poderosas, figuras de la alteridad y mojón social de las comunidades, ellos son entidades de funciones múltiples, omnipresentes en todas las esferas del universo andino. Algunos investigadores hablaron del protagonismo de los cerros en el paisaje simbólico, otros de su sitio en la topografía de las comunidades, pero muy pocos pusieron en relación ambas esferas. Por consiguiente, lo que se propone hacer aquí es plantear las alturas como vínculo entre espacio mítico y geográfico, a través del prisma del polimorfismo. Para ello, nos queremos centrar en la antropología simbólica y la arqueología como disciplinas complementarias, y no como ámbitos apartados. Si, de manera general, las coincidencias entre restos arqueológicos, lugares de culto contemporáneos y entidades cosmogónicas quechuas, son numerosas, esta hibridación se ve a su apogeo en la figura de los cerros. En su cualidad de divinidad andina clave, éstos inciden tanto en la orientación de la arquitectura comunitaria como en el desplazamiento de los hombres en el espacio. De allí nuestra hipótesis, según la cual el polimorfismo de los cerros es el eje central de la vida de los quechuas, que orienta el mundo no sólo simbólico pero también geográfico y social. ¿Cómo interactúan todas las esferas de la cosmovisión quechua mediante las montañas? ¿Cuál es la relación que mantienen paisaje ritual y físico, tan difícil de entender para observadores occidentales acostumbrados a apartar geografía y simbología? ¿Cómo se manifiesta el polimorfismo en el paisaje y cómo condiciona los desplazamientos humanos en el espacio? ¿Qué tipo de variaciones se puede observar a escala local y supra-comunitaria? No se puede hablar de la manifestación del polimorfismo de los cerros en el espacio sin precisar primero lo que entendemos por «polimorfismo». De hecho, lo que planteamos aquí, más que una dicotomía rotunda entre cerros «buenos» y «malos», es el principio de ambigüedad que coincide con la cosmovisión quechua. Como muchas entidades del mundo andino, las montañas, por no tener una personalidad fija, quedan marcadas por cierto grado de indefinición. El marco contextual es, en este aspecto, imprescindible para entender lo que llamamos aquí «el polimorfismo» de los cerros, y su impacto en el paisaje geográfico-ritual de la comunidad. A la vez seres voraces, caprichosos, temibles, y divinidades benévolas, y protectoras, nos es muy difícil obtener una categorización un tanto clara en cuanto a su personalidad. De allí nuestra pregunta de partida: ¿quiénes 82