La Virgen del Carmen en la Bahia de Ohuira (pág. 57-66)
Ethnológica 02 (2018)
En el caso de México, con una diversidad cultural muy importante
más una diversidad biológica muy rica, permiten la consolidación de un
mosaico social muy interesante, que sumado a su pasado prehispánico
material e inmaterial, sigue vigente en los más de 60 grupos étnicos que
existen. Aunque la mayor concentración étnica esta hacia el centro y sureste
del país, el noroeste abarcando los estados de Sonora, Chihuahua y Sinaloa
también posee grupos muy representativos con elementos culturales
muy reconocidos tanto nacional como internacionalmente. Para Sinaloa,
su pasado prehispánico casi se ha perdido todo en cuanto a sus grupos
étnicos originaríos (a la llegada de los españoles), y que solo sobrevive,
los conocidos por los historiadores como “Los Cahitas” o “Mayos”–Hago
aquí un paréntesis para poner el nombre con el cual, los indígenas se
autodenominan y se diferencian entre los mayos de Sonora y los de Sinaloa,
así como del mestizo, Yoreme-Mayo, que más adelante se detallara en que
consiste.
En Sinaloa, los mayos o yoremes habitan la fracción norte de la
entidad repartiéndose en seis municipios: Ahome, Angostura, Choix, El
Fuerte, Guasave y Sinaloa de Leyva, de los cuales Ahome es el que dispone
de mayor densidad poblacional. Su antecedente histórico señala que, la
configuración de la “región mayo” es resultado de un proceso histórico donde
se interrelacionaron varíos factores, siendo el primer elemento articulador
el río Fuerte, antes de enorme relevancia para la cotidianidad indígena,
aún a principios del siglo XX. Tras la independencia, Sinaloa adquirió la
condición de estado soberano, libre e independiente en 1831, una vez que se
separó de Sonora, con quien conformaba el Estado Interno de Occidente,
lo cual definió su demarcación política (López, 2007).
I dentidad I ndígena
El autor Héctor Vázquez respecto “la construcción del proceso
identitarío” lo afirmar, que tal proceso identitarío se construye por oposición,
como una relación de relativa asimetría entre grupos étnicos opuestos,
en tanto que él considera que dicho proceso se construye por medio de
contradicciones (Cristina Bari, 2002). En ese sentido los Yoremes-Mayos
de Sinaloa, siempre se han autoidentificado “Yoreme” (el que respeta) en
yuxtaposición con los mestizos a los que ellos nombran como “Yoris” (el
bárbaro, el que no respeta la tradición).
A su vez, hablar de identidad indígena es hablar de un crisol
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