Estudiantes UDES: nuestra razón de ser | Page 41

Lo de coger hormigas es una tradición que viene de mi taita. Él lo aprendió del suyo pu allá en las tierras de Barichara en la provincia Guanentina, donde los patiamarillos, ese pueblito con tierra amarilla al igual que sus piedras, con tejas de barro. Allá don Jacinto, como se llamaba mi viejo, crió a 9 muérganos, toditos muchachos de bien; todos seguimos sus pasos, campesinos santandereanos a mucho orgullo, todos día tras día sacándole jugo a cada parcela, claro está con arto sudor. Allá conocí a la María Antonia; era una muchareja lindita, lindita, con esas trencitas negras y esa jetica roja como las fresas. Ya llevamos 20 años arrejuntados, tuvimos cinco muérganos, todos criados, bendición de Dios.

La jinca de nosotros no es tan grande como yo quisiera, queda en la vereda Guayabal. Tenemos una choza al lado del potrero con cuatro vacas, cinco camuros, dos marranos, unas pocas gallinas y tres cabras, claro, la más importante, la consentida, “manchas,” esa condenada se come todo lo que encuentra pero da una leche pa’ chuparse los dedos. Allá cultivamos de todo un poquito, como pu ahí dicen, lo que la tierra nos quiera regalar: yuquita, tomate, mazorca, cacao y claro las hormigas, aunque ya no salen como cuando yo era un sute, han mermao, pero igual con ellas levanto unos pesos pa’l diario.

En los tiempos de antes todos las comíamos; tienen ese saborcito saladito y medio agrio y ese olor que bota al fritarlas, de solo pensar ya se me hizo agua la jeta, no como a esos chinos de ahora que todo les da asco, disque ¡guuácale! ¿cómo se come ese bicho?, ¡disque bicho!… No saben lo que es gueno. Es que ahora estos sutes solo comen lo empacao, nada duro, que todo tiene que ser blanditiquitico, no saben lo que es tragar gueno, aunque afortunadamente para mí, en las extranjas sí las valoran; los gringos saben lo ricas y lo nutritivas que son, eso sí, últimamente las compran para mandarlas pu allá, que dizque le dicen comida exótica ¡vainas que se inventan!

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