Además de las pérdidas económicas, la crisis originada por la pandemia en nuestro país ha puesto en evidencia, una vez más, la difícil situación que viven a diario nuestro gremio de artistas. Según la Propuesta para la mitigación del impacto y la reactivación económica de la emergencia nacional por el COVID-19 del Movimiento Independiente de Artes Escénicas de colombia, ya desde antes de la crisis muchos artistas escénicos se enfrentaban a la falta de derechos laborales y sociales,debido a la ausencia de políticas y normas que los protejan.
El estado de emergencia no ha hecho más que agravar la situación de un sector que ha tenido que acostumbrarse a vivir en una crisis permanente, como lo demuestra una encuesta realizada por la Red de Creadores y Gestores Culturales Independientes de Colombia. Este contexto ha exacerbado el debate sobre la sobrevivencia de los artistas escénicos en una nueva realidad, y a los obstáculos que siempre han existido se le suma la imposibilidad de seguir trabajando.
¿Cómo continuar haciendo teatro y cómo vivir del teatro en medio de una pandemia cuya única solución es el aislamiento social? La pregunta es compleja, sobre todo si se toma en cuenta que encierra otra interrogante, la del futuro mismo del teatro, un arte que, en esencia, necesitaría de la presencia del cuerpo poético del actor y del expectante en una situación de convivencia.
Es así que, durante las primeras semanas del estado de emergencia, muchos artistas, en todo el planeta, se animaron a señalar que con la pandemia asistíamos al fin del teatro, puesto que sin presencialidad el hecho escénico sería imposible.
Podemos afirmar que el virus acabó con arrebatarle al Teatro su arma más fundamental, la única que ha recorrido todas las épocas, la que lo vuelve absolutamente singular y lo diferencia de la experiencia cinematográfica y las plataformas virtuales, la presencia en vivo sin mediación de pantalla, del cuerpo del emisor, junto con el cuerpo del receptor.
Sin embargo, en Bogotá, un lugar del mundo afectado por la pandemia, han comenzado a aparecer proyectos, impulsados por artistas escénicos, que buscan vías de solución mediante el uso de soportes digitales. Si ante la pandemia el mundo se digitalizo, tal vez el teatro también debería hacerlo. Esta parece ser la idea que ha motivado a artistas escénicos de todo el planeta a intentar un teatro que se ha empezado a producir según los esquemas de los soportes virtuales con los que hoy se desarrollan la mayoría de las actividades desde el confinamiento.