PERFIL DEPORTIVO

La eternidad en 24 horas

Hablar de Le Mans no es hablar solo de velocidad. Es hablar de resistencia, de equipo, del idilio contra el reloj que dura un día entero. Para Kristensen, esa carrera representa algo más que un desafío mecánico: es un espacio casi místico donde todo cobra sentido.

“ En las 24 Horas de Le Mans, la carrera está dividida en tres bloques. El primero es la entrada: sortear el atardecer y la tensión inicial. El segundo, la noche: larga, exigente, sin errores posibles. El tercero, el amanecer y el tramo final: donde uno se redescubre”.

Ahí, donde los errores más ínfimos se convierten en tragedias, Tom Kristensen aprendió a

vivir el presente como si fuera eterno. Cada curva, cada cambio de marcha, cada respiro. Para alguien que ha corrido más de 50,000 kilómetros a velocidades de 220 km / h, el tiempo ya no se percibe como una unidad, sino como una inminente presencia.

El reloj, trofeo y compañero

Rolex no apareció en la vida de Kristensen como un capricho de lujo. Fue una conquista. Cuando ganó en el 2000 con Audi, después de un par de derrotas dolorosas, decidió comprarse su primer Rolex Daytona. Negro, esfera negra. Grabado con aquel año. Una manera muy única de decirse a sí mismo:“ lo lograste”.

En ese momento, la relojería suiza se convirtió en mucho más