Envidia Magazine Junio 2025 | Page 49

que una marca: fue el símbolo material del esfuerzo, la constancia y el deseo de superarse. Kristensen no se regaló ese reloj por vanidad, sino como testimonio de una meta alcanzada, de una herida superada, de un hito que valía la pena detener en el tiempo.
Con los años, la relación con Rolex se formalizó.“ Ser parte de Rolex fue, en sí, un logro”, dice el Mr. Le Mans quien es Testimonial de la Corona desde 2010. Su entrada al selecto grupo de testimoniales de la firma fue el resultado natural de una trayectoria marcada por la excelencia.
Lo que une a ambos es algo más profundo que la pasión por la precisión. Es una filosofía compartida que convierte al tiempo en un escenario donde se mide el carácter. Por eso el reloj no es una llana recompensa, sino un compañero muy especial, un testigo silencioso que recuerda de dónde se viene y hacia dónde se quiere llegar.
Ese reloj Rolex, y tantos otros que vinieron después, se volvieron objetos vivos, marcadores de pasajes emocionales. Una forma tangible de medir lo intangible: la voluntad, la entrega, la resiliencia.
Ahí, en el cruce entre adrenalina y elegancia, entre sacrificio y precisión, entre carrera y reloj, vive su legado. Rolex encontró en él no solo a un campeón, sino a un espejo de su filosofía. Y Tom Kristensen, el más grande en Le Mans, entendió que un reloj no solo mide el tiempo. También lo honra.
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