Entremanos nº4 4ª época | Page 47

formando un “ aislante ” entre la iglesia y el resto del vecindario .
En ese convento formado por cuatro casas es donde Cervantes envuelto en su hábito franciscano , dentro de un modesto ataúd , con las manos sobre el pecho sosteniendo un crucifijo de madera y con la cara descubierta – tal como dejó testimonio su sobrino el poeta Francisco de Urbina - fue conducido a su entierro el sábado 23 de abril al que , tal vez fuera , el más modesto convento de Madrid .
Años después , en 1673 , las Trinitarias reformaron el edificio ampliándose el convento , afectando a la iglesia y al claustro para lo que se demolieron las casas en las que vivían las monjas y la capilla en la que había recibido sepultura Miguel de Cervantes . En ese momento , sus restos pasaron a un osario común . Fue el sepulturero Miguel Hortigosa a quien se le encomendó esta tarea , por la que cobró 13.600 maravedís . De esta manera los restos de Cervantes se perdieron durante siglos .
La iglesia del convento , en sus humildes inicios , era de mucho menor tamaño que la nueva . Además la iglesia era conventual , no parroquial , lo que era un dato importante porque en esta categoría se necesitaba una autorización especial para poder ser enterrado dentro de ella . Anterior a la muerte de Cervantes solo dos personas se habían enterrado en el convento . De los enterramientos posteriores no existía noticia , pero se estimaba que no debieron ser muchos . Existían entonces bastantes posibilidades de que debajo de las losas de parte de la iglesia antigua y de las habitaciones más próximas a la calle Lope de Vega se encontraran el suelo original y , bajo este , las pocas personas que allí fueron enterradas y entre ellas Miguel de Cervantes .
Fue José I Bonaparte el primero que mostró interés por localizar los restos , con el fin de transferirlos a una Catedral o a otro lugar solemne . José Bonaparte intentó reunir a todos los grandes de España para este fin , ya que su deseo era construir un Panteón de los Ilustres Españoles , pero este proyecto no pudo llevarse finalmente a cabo y los restos de Cervantes permanecieron de nuevo en el olvido .
Más tarde , en 1870 la Real Academia Española logró gracias a su director , el Marqués de Molins , crear una comisión para documentar la ubicación de los mismos sin éxito alguno . Fue el año en el que se instaló la placa conservada en la fachada del convento actual .
Hubo que esperar hasta después de la guerra Civil Española , en los años cuarenta , para que el académico Joaquín Entrambasaguas volviera a intentarlo , pero tampoco en este caso fueron fructíferas sus investigaciones .
El año 2016 marcaba el aniversario del cuarto centenario de la muerte de Cervantes y las Instituciones públicas decidieron retomar la búsqueda de sus restos para rendirle un merecido homenaje . Las nuevas técnicas de geolocalización y estudio científico forense que se aplicarían a los restos que se pudieran encontrar , animaron a los responsables políticos a iniciar una excavación para desvelar por fin el misterio sobre el lugar de enterramiento de Miguel de Cervantes .
El objetivo era localizar un individuo varón , en torno a setenta años de edad ― Cervantes tenía sesenta y nueve en el momento de su muerte ― con unas características difícilmente repetibles : las heridas sufridas en el combate de Lepanto . Cervantes , estuvo al mando de una tropa de doce arcabuceros que en un esquife se situaron junto a la galera “ Marquesa ” en una de las posiciones más expuestas . De la batalla salió con al menos dos heridas que él mismo relata en su Epístola a Mateo Vázquez .
A esta dulce sazón , yo , triste , estaba con la una mano de la espada asida y sangre de la otra derramaba . El pecho mío de profunda herida sentía llagado , y la siniestra mano estaba por mil partes ya rompida .
La herida de la mano izquierda le imposibilitaba su uso . La falta de uso de un miembro durante un periodo largo de tiempo no solo conlleva la atrofia de los músculos sino que también afectaría al hueso , y Cervantes tuvo inútil esa mano durante cuarenta y cinco años . Un antropólogo forense podría identificar este tipo de lesiones osteológicas que servirían como prueba identificativa . La otra herida fue la que
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