Entremanos nº4 4ª época | Page 46

“C.S.I. CERVANTES” Diego García Cardeña - 2ºA Bachillerato Corría el año 1616 cuando Miguel de Cervantes se encontraba en su casa escribiendo la dedicatoria de su última obra “Los trabajos de Persiles y Sigismunda” a su mecenas Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII Conde de Lemos. Esta decía: “Señor; aquellas coplas antiguas que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: «Puesto ya el pie en el estribo», quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras las puedo comenzar diciendo: Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo. Ayer me dieron la extremaunción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir” os restos de Miguel de Cervantes yacen hoy tras una placa conmemorativa en la iglesia de las Trinitarias Descalzas en la que aparecen escritos estos últimos versos. El camino entre su muerte y la inauguración de esta placa fue de hecho una novela detectivesca: Miguel de Cervantes Saavedra fallecía tres días más tarde de escribir esas líneas y el paso de los años hacía desaparecer la localización de sus restos y de su tumba. L La historia comenzó el 22 de abril de 1616 cuando Cervantes fallecía en su casa de Madrid en la calle del León esquina con la calle Francos (hoy calle Cervantes), asistido por su esposa y por una de sus sobrinas. Cervantes fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas un día después. De este hecho queda constancia mediante numerosas pruebas: los Trinitarios habían dirigido el rescate de su cautiverio en Argel y Cervantes había solicitado recibir sepultura en su convento; la orden Trinitaria era la protegida por el Conde de Lemos al que Cervantes había dedicado el Quijote y en el convento estaban su hija natural, Isabel de Saavedra y su madre. Además, su domicilio se encontraba muy próximo a la capilla del convento, en la calle Amor de Dios. Por si fuera poco, el acta de defunción de Cervantes decía “Mandóse enterrar en las monjas Trinitarias”. Si el ritual funerario de Cervantes es uno de los pocos detalles biográficos del escritor que está perfectamente documentado y que no obedece a especulaciones, ¿dónde está el misterio que rodea la tumba ENTREMANOS Nº 4 de Cervantes? ¿Cuál fue la razón de la pérdida de los restos de Cervantes? Para desvelar estos misterios hay que remontarse al año 1615, cuando Cervantes, tras haber cobrado por sus “Comedias y entremeses” y por la primera parte de “Don Quijote”, trasladó su vivienda de la lóbrega casa de la calle Huertas a otra de nueva construcción en la calle del León esquina con la calle Francos. El barrio estaba compuesto por casas de humilde construcción y reducido tamaño en una ciudad donde las viviendas llamaban la atención por ser de por si modestas. Tres años antes, en 1616 las religiosas Trinitarias se habían instalado sobre tres casas de su propiedad, dos de ellas muy modestas y la tercera mínima, en la entonces calle Cantarranas (hoy día Lope de Vega), con las que formarían el convento de la Trinitarias. Vecino de las monjas era un tal Alonso Riquelme cuyo trabajo era lo que hoy denominaríamos como promotor de obras de teatro. Los ensayos, canciones, bailes y todo tipo de ruidos que acompañaban a la gente de la comedia eran sentidos por las monjas del convento, perturbando sus devociones. Pero lo peor era que lindaba pared con pared con la sala que hacía las veces de iglesia, lo que causaba un escándalo al estar el Cristo allá expuesto. Las monjas comunicaron la situación en que se encontraban al Rey y este firmó una Real Provisión para que se tasara la casa de Riquelme y la tomara el convento 46