JUEGOS DE MAGIA NEGRA
David Chamizo
Pròlogo
ojo la cartera y me dirijo a la estación para tomar el metro hasta
Atocha. Cuando miro el reloj, abro los ojos sorprendido, son las
doce y media, llego tarde. Así que salgo corriendo por la puerta a toda
prisa hacia la estación. De repente, un hombre, cuanto menos extraño,
se interpone en mi camino abriendo sus largos brazos. Su vestimenta era
negra, un negro casi de luto; visto a distancia parecía una sombra perdida en la noche. A pesar de que aquella ropa no dejaba ver bien cómo era,
se veía que era un hombre grande, alto; y gracias a un hueco que la brisa
de verano hacía, se veía que bajo aquella gabardina negra y larga, había
un tipo de grandes músculos.
C
_Ten cuidado, muchacho. Fuerzas tenebrosas que no alcanzas a comprender están detrás de ti y tus amigos; no pierdas el
tiempo, huye si no quieres ver tu mundo a
través de las tinieblas_ dijo aquel extraño
hombre con una voz raramente suave dada
la severidad de su mirada.
_Usted está loco, déjeme pasar de una vez,
por favor, llevo bastante prisa.
_No subestimes su poder, muchacho. Las
sombras son poderosas y no te dejarán
escapar fácilmente_ concluyó él mientras
yo corría a toda velocidad entre la multitud.
Ya en el metro no paraba de dar vueltas a
lo que aquel hombre me había dicho.
Mientras mis pensamientos me absorbían
ENTREMANOS Nº 4
cada vez más, el tren cerraba sus puertas y
continuaba su trayecto.
Ya estaba en Atocha. Cada vez me obligaba más a pensar en otra cosa que no fueran
esas palabras, cuando de repente el tren se
paró en seco. Las personas que estábamos
de pie caímos al suelo y los que estaban
sentados se apretujaron, como si un muelle a mucha presión les obligase a estar así.
Las bombillas se apagaron y todo quedó
en una oscuridad siniestra… toda la gente
callaba.
_ Erick, Erick…-mi nombre sonaba entre
susurros por todo el vagón.
En aquel preciso instante mi cuerpo se
elevó y se enderezó. Mis ojos estaban cerrados el miedo me había paralizado.
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